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    El tiempo “complejo” y “doloroso” que viven los judíos de izquierda tras el 7 de octubre

    Miran con incomprensión la condena con “peros” a Hamás de parte del Frente y organizaciones sociales; el “Israel se lo buscó” es análogo al “algo habrán hecho” durante la última dictadura, dice integrante de la Casa de la Cultura Mordejai Anilevich

    Es un momento “complicado”. Es un tema “complejo”. Algunos prefieren transitarlo en silencio y otros casi lo gritan. La licenciada en Trabajo Social Mónica Wajswol, “judía y mujer de izquierda”, así su autodefinición, es de las últimas. “Ser de izquierda es incompatible con el racismo. El antisemitismo es una forma de racismo. Echarles la culpa a los israelíes por su propio asesinato es antisemita. Si tu respuesta a las imágenes del sur de Israel es ‘los israelíes se lo merecen’, sos antisemita, no sos de izquierda”, publicó en su cuenta de Instagram el 16 de octubre, replicando una placa de Meretz Argentina, un partido socialista-sionista. Ese posteo refleja una realidad mundial que también tiene su versión en Uruguay.

    Hay un antes y un después del sábado 7 de octubre, día en que Israel sufrió el mayor ataque de su historia a manos de Hamás. Así piensa Wajswol, vinculada a la Casa de Cultura Mordejai Anilevich, centro referente del judaísmo progresista. “Y el después es de mucho dolor para nuestra colectividad. No hay respuestas, el mundo no dice nada, y en Uruguay las declaraciones iniciales desde la izquierda culparon a las víctimas. Luego hubo otras declaraciones tibias, ‘condeno, pero...’. La condena con peros duele un montón. Y duele más porque viene de los mismos colectivos con los que militaste, con los que fuiste a marchas, y que ahora te hablan de genocidio... ”.

    Es un momento “complicado”. Es un tema “complejo”. Ambas palabras están presentes en casi todas las personas contactadas por Búsqueda con esa doble condición: son judíos y, con diferente grado de militancia e implicación, de izquierda. Otro factor común: se ubican en las antípodas del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Algunos escogen especialmente las palabras y evitan hablar de más, algunos piden responder por escrito, otros advierten que puede que no contesten algunas preguntas y están los que prefieren directamente no hablar, incluso después de haber aceptado hacerlo.

    Hay también quien habla en reserva de su identidad, como una profesional vinculada a distintas instituciones educativas (motivo por el cual pide el anonimato), judía, feminista y de izquierda, que ahora está sumida “en esa horrible sensación” de que le han “soltado la mano” y que “ya no tiene sensación de pertenencia” en ninguno de los ambientes donde antes se sentía tan cómoda. Es una sensación difícil de entender para el que no la vive, admite. “Yo sentí una brutal falta de solidaridad en todos los grupos en los que participaba. Tengo familiares en Israel y hubo gente, a la que creía muy cercana, que recién a las tres o cuatro semanas se acercó a preguntarme si estaban vivos o muertos... previa incontrolable necesidad de contarme todo lo que pensaban del conflicto, del sionismo, de Israel, del genocidio y de Netanyahu…”.

    Dolor es otra palabra repetida. Algunos incluyen miedo, no solo por la suerte que puedan correr familiares y amigos que viven en Israel. También está la convicción de que el ataque ese sábado de Hamás, que dejó 1.200 muertos y 240 secuestrados, seguida de la respuesta del gobierno de Israel, que al momento lleva 13.000 muertos en la Franja de Gaza, antes de una tregua de cuatro días resuelta el martes para intercambiar rehenes, provocará un rebrote del antisemitismo en todo el mundo. Este quizá esté disfrazado como antisionismo, palabra que en algunos lugares parece ser más que tolerable.

    “Noto que muchos hablan del sionismo sin entenderlo. Todo aquel que cree que Israel tiene el derecho a existir no puede ser antisionista, ya que gracias al sionismo existe Israel”, dice Miguel Brechner, fundador y expresidente del Plan Ceibal durante los tres gobiernos del Frente Amplio. “Lamentablemente, el antisemitismo está muy latente, goza de muy buena salud y se manifiesta de diferentes formas. Muchos lo esconden en el antisionismo”, insiste.

    Declaraciones

    El mismo día del ataque, el Partido Comunista del Uruguay (PCU) emitió una declaración donde habló de “acciones” de Hamás, rechazó “cualquier acción terrorista”, señalando que consideraba como tal “la brutal política de ocupación y exterminio del gobierno de Israel durante décadas”.

    Dos días después y recién en una segunda declaración, luego de una primera muy cuestionada, el Frente Amplio condenó las “acciones terroristas” de Hamás. Esta fue precedida de un debate que tomó estado público en una nota de El Observador el martes 10 de octubre, donde quedó claro que algunos grupos —como el PCU y el PVP— preferían no calificar de “terrorismo” lo de Hamás y sí enfatizar en “territorios ocupados”, “Estado sionista” y “terrorismo de Estado” al referirse a Israel. Esta filtración derivó en la renuncia del presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio.

    Ese mismo sábado 7, el intendente de Canelones y precandidato a la presidencia por el Frente Amplio, Yamandú Orsi, puso en su cuenta de X (ex-Twitter): “Nuestra solidaridad con el pueblo de Israel. Y nuestra condena al accionar terrorista de Hamás. Esto solo conduce a más violencia, muerte y sufrimiento de judíos y palestinos, además del resto de la población musulmana y cristiana”. Recibió aprobación y rechazos, muchos de usuarios identificados con la izquierda.

    El 20 de octubre hubo una marcha en defensa de Palestina en el Centro de Montevideo, bajo la consigna “No es una guerra, es un genocidio”, pidiendo el “cese de la ocupación” del “Estado sionista de Israel”. A esa manifestación se plegaron organizaciones de izquierda como el PIT-CNT, Familiares de Detenidos Desaparecidos, el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda de Ayuda Mutua (Fucvam) y la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). La declaración de esta última —en la que no se menciona a Hamás y sí se enfatiza en los 75 años de “ataque, sometimiento, asedio e invasión de Israel”— fue particularmente cuestionada por la colectividad israelita y judía.

    Gabriel Slepac, directivo de la Asociación Jaime Zhitlovsky, judía, progresista y no sionista, dijo que esta organización no acuerda con declaraciones que “minimizaron o no tipificaron correctamente las acciones de Hamás” a la que consideran “un grupo terrorista” en sintonía con Israel, Estados Unidos y la Unión Europea. Sus acciones, que “no tienen justificación alguna”, lejos “de ayudar a la justa causa de independencia del pueblo palestino conspiran contra su propio pueblo”. Para esta institución, “es una contradicción casi biológica” ser de izquierda y ser antisemita. Paralelamente, señala que “las posibles diferencias tampoco involucran a toda la izquierda uruguaya”, más allá de “algunos comunicados” en particular.

    “Me pregunto por qué tantas organizaciones acá y en el mundo están tan pero tan necesitadas de criticar a Israel por esta guerra cuando nos masacraron más de 1.200 personas y el cometido de Hamás es la destrucción de Israel y el fin de los judíos. Me pregunto por qué estas organizaciones no le piden a Hamás que deje de usar a sus civiles como escudos humanos o que libere a los rehenes de forma inmediata”, se pregunta por su lado Brechner, judío, de izquierda y sionista.

    Ruido y resentimiento

    Hay quienes preferirían no hablar del tema. “Estoy profundamente conmovido, dolido y preocupado como judío de izquierda. La situación llegó a un punto en el cual está todo polarizado, no hay blanco ni negro, solo hay una preocupación enorme, ¡pero bajo ninguna circunstancia se puede justificar lo de Hamás!”, indica Ricardo Ehrlich, exministro de Cultura (2010-2015) y exintendente de Montevideo (2005-2010). “No quisiera agregar más opiniones al ruido que ya hay”, se excusa.

    Para León Lev, exdiputado y exdirector de la Unidad Reguladora de los Servicios de Comunicación (Ursec), hoy integrante de Fuerza Renovadora, si ser judío es complicado, serlo de izquierda, más aún. Y no lo dice solo por el especial ensañamiento que hubo contra ellos en la última dictadura en Uruguay. “Hay un resentimiento histórico y un antisemitismo rampante que aflora en cualquier circunstancia y fisura”. Le duele particularmente que el ataque de Hamás se centró en los kibutzim del sur de Israel, colonias agrícolas nacidas en torno a un ideal socialista. En estos lugares los simpatizantes del derechista primer ministro israelí son franca minoría. Lev, de hecho, tiene “profundas dudas” sobre la responsabilidad de Netanyahu en no prevenir el ataque.

    Otro exfuncionario durante los gobiernos del Frente Amplio, Ernesto Kreimerman, exdirigente de la FEUU, expresidente del Comité Israelita del Uruguay y exdirector de Canal 5 en la segunda administración de Tabaré Vázquez, sostiene que dentro de la izquierda “hay una gran incomprensión y escasa información” sobre todo lo vinculado al Medio Oriente. Aunque “no es un momento grato”, el dolor en su caso es relativo: “Es que se nota que mucha gente toca de oído, le hacés una pregunta que requiere conocimiento y se acaba el debate”.

    Al igual que Orsi, la diputada Margarita Libschitz, del Movimiento de Participación Popular (MPP), también se expresó en X ese mismo sábado: “Los ataques a civiles SIEMPRE deben ser condenados. Parece que si esos civiles son judíos no importan”. Si bien no se dice una participante activa de la colectividad judía, asegura que “las pocas situaciones violentas” que vivió en su vida pública fueron “por portación de apellido”. Sin embargo, no ha sentido incomodidades en su cotidianeidad militante; sí en las redes sociales. “Como militante de izquierda, cuando se ataca a civiles hay que salir a condenar, no puede haber doble discurso. Luego sí se podrán hacer los análisis necesarios. Me enojó que no se condenara lo del 7 de octubre de inmediato. No condenar a Hamás, decir que no es terrorista, es avalarlos. A los pocos que lo hicieron desde la izquierda, como a Orsi, se les pegó”, dijo. Como al intendente, a ella le llovió en la red social X un presunto fuego amigo virtual y hostil. Sobre la marcha ocurrida días después, prefirió señalar que esta perseguía fines con los que está “de acuerdo” como “el cese al fuego y el fin de la muerte de civiles”.

    Por fuera de la orgánica partidaria, esas expresiones fueron mucho más difíciles de digerir.

    Temores

    Es un momento difícil, de blancos y negros, grafica Slepac, de la Jaime Zhitlovsky, quien pidió responder por escrito. “En tiempos de redes sociales sin duda se dan debates muchas veces muy difíciles, sin duda con compañeros de izquierda pero también de la comunidad que entienden que en tiempos de guerra deberíamos estar del lado del gobierno de Israel sin importar las circunstancias y que no comprenden nuestra postura”, contesta.

    Kreimerman conoce gente de la comunidad que ha interrumpido o evitado diálogos “hasta buscar el momento propicio” para retomarlo. Más allá de la gravedad histórica del momento, para él lo más incómodo resulta la hostilidad hacia los judíos —“siempre latente”— potenciada por las redes sociales. Espera que no salga de ahí. “Hay gente que solo ‘milita’ en las redes y de ahí no se va, no da la cara. En ese sentido coincido con lo que decía (el semiólogo italiano) Umberto Eco, sobre que las redes le daban voz a una ‘legión de idiotas’ que antes solo estaban en los bares”.

    Para otros, en cambio, este momento incluye un temor hasta ahora desconocido, momentos incómodos en los ambientes laborales, escudos de colegios judíos tapados a la hora de caminar por la calle, distanciamiento con conocidos y la sensación de ya no ser parte de algunos ambientes. Esto hizo que muchas judías consideradas de izquierda hayan decidido juntarse en un grupo de apoyo, por ahora virtual, bajo el paraguas de la Casa Mordejai. No era una necesidad que sintieran antes. Por primera vez se sentían solas. “Estoy viendo cosas muy sesgadas, muy poco pienso... Me duele que cueste tanto condenar lo de Hamás, la condena con ‘pero’... Hay gente que te mira y parece que te culpa, que piensa que mueren niños palestinos por tu culpa... Yo puedo entender una empatía por el que se considera ‘oprimido’, pero esto no es algo de negro o blanco, no entiendo que no haya matices, no entiendo esa sensación de... ‘algo habrán hecho’”, dice una de ellas, la realizadora audiovisual Paola Perkal.

    Esta última alusión no es menor. Wajswol dice que el “Israel se lo buscó” es análogo al “algo habrán hecho” con que muchos ciudadanos uruguayos miraban al costado durante la última dictadura. “Eso que tanto rechazamos y reclamamos desde la izquierda, y me incluyo, en la lucha por los derechos humanos ahora se da de nuevo, también desde parte de la izquierda. Solo en un día, incluyendo bebés y mujeres embarazadas, en Israel desaparecieron 240 personas; eso es más que en toda la dictadura uruguaya, que fueron 192”, concluye.