Emprendedoras del agro: Milagros Herrera y Sofía Mata crearon una plataforma de compraventa de caballos mansos

Las dos mujeres, muy vinculadas al agro, aprovechan sus experiencias y estudios para asesorar y ofrecerle a cada interesado el caballo manso perfecto

En El Establo, un centro de entrenamiento de caballos criollos para pruebas de rienda en la localidad de Empalme­ Olmos, Canelones, a Milagros Herrera­ y Sofía Mata las estaban esperando. Ya sabían que Milagros iba a querer un caballo. Al llegar le ofrecieron, entonces, una yegua­.

Le preguntaron si la quería con su recado o “a pelo”. Por supuesto, Milagros eligió la segunda opción. Le entregaron el animal nada más que con un bozal. Lo saludó, lo acarició. Se paró a su lado, se agarró fuerte de las crines y pegó un salto, revoleando la pierna por encima del lomo de la yegua para quedar sentada sobre ella. El animal apenas se movió. Tomó la rienda del bozal, la movió un poco y la yegua avanzó. La jinete tironeó un poco y la yegua frenó.

Milagros confirmó que el equino era manso, casi el “ideal” para cualquier jinete. Podría ser un ejemplar perfecto para A Caballo, el emprendimiento que las dos llevan adelante desde hace poco más de medio año. Lo que hizo Milagros con la yegua lo hace cada vez que prueba un caballo para un potencial nuevo dueño. Sofía también hace su parte desde el rol de veterinaria: le levantó una de las patas delanteras y la observó con detenimiento. De esta forma chequea a simple vista el estado de salud del animal, así como su pelo.

A Caballo es un emprendimiento que se ocupa de encontrar caballos mansos para personas que quieren comprar uno para la familia o solo para andar. La idea surgió, según Milagros, por la demanda. Mucha gente que la conocía y sabía que estaba vinculada con el campo y con los caballos de distintas formas le decían: “Necesito un caballo para mi nieto” o “para mi hijo”. Otras veces se le acercaba algún veterano en busca­ de un caballo manso para andar él mismo. Ella se enteraba de alguna persona que vendía caballos y oficiaba de nexo. “Un día dije: si es tanto el pedido y es tanta la cantidad de caballos que yo puedo encontrar, claramente tengo que atar las dos puntas”, dijo a Galería.

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El diferencial de su emprendimiento es “ir, probarlo y saber exactamente cómo es ese animal. Después, charlar mucho con la persona que lo va a comprar para saber qué tanto sabe andar y si no sabe, qué tanta habilidad puede llegar a adquirir, para atar las virtudes del caballo con las del cliente”, agregó.

Su experiencia y vinculación con el mundo del agro, y con el caballo en particular, nace casi desde que nació ella misma. Milagros se crio entre el campo y la ciudad, entre Montevideo y Cerro Colorado­, Florida. Desde muy pequeña disfrutaba de andar a caballo. Era casi una necesidad vital. “Siempre me sentí más cómoda a caballo que a pie, sentía que me faltaba un pedazo del cuerpo y, cuando terminaba de subirme al caballo, me sentía entera”, contó.

Su juventud y luego la adultez la llevaron a pasar más tiempo en la ciudad, y para no perder ese “pedazo del cuerpo”, practicó equitación, polo y otros deportes equinos.

Sofía, en cambio, no tenía demasiado vínculo con los caballos. Si bien estudió Veterinaria, se especializó en el rubro cárnico, trabajó en un frigorífico y su actual trabajo también tiene que ver con ese rubro. Algo había aprendido sobre estos animales en algunas materias de la facultad, y bromea con que los veía en el parque Rodó y no más que eso.

Milagros y Sofía se conocieron en una época en la que las dos trabajaban en el supermercado agropecuario Agroventas. La primera realizaba con frecuencia viajes al interior para vender distintos productos y la segunda acompañaba. En esas giras comenzó una amistad que se transformó luego en una relación también de socias emprendedoras. Hace alrededor de un año y medio, Sofía ya no trabajaba más en ese lugar, y Milagros la contactó para comentarle la idea de A Caballo y ofrecerle formar parte. No lo dudó. Las chances de éxito eran tan claras que contaron con el apoyo del programa de Presidencia Sembrando Emprendedores y fueron creciendo en clientela, tanto en compradores como en vendedores.

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Al paso, al trote

Cuando una persona quiere comprar un ejemplar de equino manso a través de A Caballo, lo primero que hace es elegirlo del catálogo que figura en la página web. Allí aparece cada animal con su sexo, su edad, una foto de cuerpo entero, un zoom del pelo del caballo y videos en los que Milagros los hace andar y trotar. Además, aparece una pequeña gráfica que indica qué tan manso es. Para medir esto, Milagros prueba los caballos, los monta primero a pelo y con bozal para asegurarse de que doblen, de que paren. Después los ensilla y los vuelve a probar, haciéndolos correr un poco. Cada vez suma más detalles que encuentra importantes: les hace sonar un teléfono en su oreja (porque hoy cualquier jinete anda con su celular en el bolsillo y es algo a lo que los animales deberían acostumbrarse), si hay un niño cerca pide que se lo acerquen y lo sube delante suyo, para ver cómo reacciona el caballo.

En general, quienes compran a través de A Caballo deben contar con lo necesario para tener un equino, que, según Milagros y Sofía­, no es mucho. Ni siquiera se requiere de un terreno demasiado grande. “Es lo mismo que con un perro. Vos podés tener un perro en un apartamento, pero si lo sacás y le das tremendos paseos, capaz que tiene mejor vida que otro que tiene 10 hectáreas pero está abandonado. Con los caballos pasa lo mismo: capaz que lo tienen en el fondito de una casa, pero si lo sacan todos los días, lo montan y salen siempre, va a estar bien. No importa tanto el espacio que tenga para vivir, sino la actividad diaria”, explicó Sofía.

El precio promedio de un caballo manso es de 1.100 dólares. Las variaciones, hacia arriba o hacia abajo, dependen de lo que quiera pedir quien vende, asesorado por Milagros y Sofía luego de evaluar las condiciones sanitarias y de actitud del animal. Desde A Caballo ofrecen también, para quien lo necesite y no lo tenga, el recado, raciones de avena para su alimentación y las tomas (o vacunas) necesarias. Además, pueden facilitarle al comprador el flete que lleve al animal hasta su nuevo hogar.

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Unitrabajos y unicornios

A futuro, las fundadoras de A Caballo sueñan con ver crecer su emprendimiento, tanto en cantidad de caballos como en cantidad de compradores. Milagros lo imagina, “fantasiosamente”, como “el unitrabajo de su vida”. Le gustaría poder dedicarse a tiempo completo a esta actividad que, más que trabajo, es su pasión. Se imagina también que cada vez más compradores confíen en ellas para asegurarles todos los insumos que precisa el caballo y que ellas pueden conseguir con facilidad.

Los motivos para comprar un caballo pueden ser de los más variados. A veces son un regalo: de una esposa a su marido o viceversa, de un abuelo a un nieto, de un padre a un hijo. Pero siempre, la llegada del animal a destino es motivo de celebración. La mayor satisfacción de Milagros y Sofía es poder ser parte de esa celebración y vivirla de la forma más cercana posible.

Una vez, luego de vender un caballo, recibieron fotos y videos del animal en un lugar que se veía muy lindo, con mucho verde y todas las condiciones y comodidades necesarias. Era una yegua que antes estaba semiabandonada en un pensionado y que ahora tenía una nueva vida, en compañía de niñas que la montaban disfrazadas y que la bautizaron con nombre y apellido: Begoña Unicornia.