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Glosario sobre ‘Adolescencia’, la impactante serie de Netflix sobre un mundo desconocido para los adultos

La cultura incel, la manósfera, la relación 80/20 y la popularidad de personajes como Andrew Tate: una consecuencia no deseada de estos tiempos

La serie británica de Netflix Adolescencia dejó a todo el mundo impactado. Tanto, que ya es difícil escoger una sola de sus tantas aristas. Se podrían escribir libros sobre la técnica de plano único que se usó para cada uno de sus cuatro episodios, incluyendo la perfecta sincronización de los camarógrafos, el uso combinado con drones y la necesidad de repetir hasta 10 veces esas tomas de una hora.

Lo mismo vale para la interpretación de sus actores, como su ideólogo y protagonista, Steven Graham, de esa especie de actores ingleses de teatro, cine y televisión que se lucen haciendo hasta de postes de luz; del sorprendente Owen Cooper, descosiéndola a los 15 años; de Erin Doherty haciendo de psicóloga. En fin, todos pusieron todo para hacer una de esas series que son un piñazo a la cara tras otro.

Pero lo más fuerte es lo que trata: una serie de códigos de comunicación adolescente en los que se cruzan ciberbullying, manósfera, frustraciones, misoginia, odio y violencia de una forma totalmente ajena al mundo adulto, que más vale que aprenda que eso existe y cómo hay que manejarlo. Acá hay algunos elementos para entender mejor de qué se trata esto, porque, como se indica en la serie (alerta spoiler), que un chico esté encerrado en su cuarto con su computadora no significa que esté seguro, pasándola bien o haciendo pasar bien a los demás.

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Incel

Incel es la abreviatura en inglés de involuntary celibate, “celibato involuntario”. Un artículo publicado en Galería en mayo de 2021, sobre adultos jóvenes que se mantenían vírgenes sin proponérselo y sin que haya factores físicos invalidantes, lo mencionaba. Claro que este es un extremo violento: surgidos a fines del siglo pasado en Canadá, los incels derivaron hacia una tribu urbana misógina, casi completamente masculina, que suele retroalimentarse en foros de internet, que culpa a las mujeres de su no deseada abstinencia sexual. Ellas, tan empoderadas en estos tiempos, los han frustrado y privado a ellos de ese derecho natural. Si bien esta movida nació sin ideología, el auge de la ultraderecha en todo el mundo, a caballo de figuras como Donald Trump, Jair Bolsonaro o Javier Milei, los terminó cooptado, más por su rechazo al feminismo que por alguna postura económica o contra el Estado. Curiosamente, la que acuñó el término fue una mujer canadiense, Alana, en un blog, a modo de catarsis por no tener sexo y sin buscar agredir a nadie.

En Adolescencia, Katie acusó en las redes sociales a su compañero de clase Jamie Miller, de solo 13 años, de ser un incel y que siempre lo será (esto es fundamental: voluntario o no, ¿quién no es célibe a los 13?). Este ciberbullying a través de Instagram y con muchos cómplices del lado de ella, es uno de los motivos por los cuales él la terminará matando.

Manósfera

Con este nombre, traducción de manosphere, derivado de man (“hombre”), se conoce al entramado virtual de misoginia. En algunos lados se la llama “machósfera”. Son foros, blogs y sites que se dedican a combatir las ideas feministas, a promover conceptos patriarcales y básicamente odiar a las mujeres. Los incels navegan en estas aguas, aunque no es la única fauna ahí presente, que incluye al movimiento Men Going To Own Why (MGTOW, “hombres que siguen su propio camino”) o a los que se consideran pick up artist (algo así como “artistas del levante”).

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En la serie, Adam Bascombe, el hijo adolescente del atribulado detective Luke, le habla a su padre de este concepto y otros, ya que lo ve totalmente perdido en la resolución del caso. En el último capítulo, el empleado de una ferretería reconoce a Eddie Miller como el padre del chico acusado de asesinato y le dice que lo respalda, lo que perturba notoriamente al hombre. Muy posiblemente, ese empleado es otro incel o un navegante de la manósfera.

Andrew Tate

Los nuevos tiempos llamarían a este expeleador de kick-boxing, nacido en Estados Unidos y nacionalizado británico, de 38 años, un influencer. Los tiempos de siempre dirían que es un idiota y un violento. Había ganado fama como celebridad web, dando consejos sobre cómo ganar plata y conquistar mujeres, cuando en 2016 fue expulsado de la edición de ese país de Gran Hermano por agredir supuestamente a una de sus contrincantes, algo que él negó siempre. Desde entonces, su prédica misógina y de odio no hizo sino incrementarse. Una de sus premisas es que los tipos rudos (en abierta oposición a los que peyorativamente por esta parte del mundo se denomina aliade) son los que realmente tienen éxito con las mujeres. Distintas redes sociales han bloqueado sus cuentas más de una vez, en Rumania está siendo investigado por tráfico de personas, a ambos lados del Atlántico tiene problemas con la ley.

Nuevamente, Luke Bascombe es aleccionado por su hijo Adam —que, sin ser detective, tiene bastante claro lo que pasó— sobre la influencia que tipejos como Andrew Tate pueden tener en los varones. El capítulo 2 de Adolescencia es clave para entender todo, lo que pasó y lo que viene.

La relación 80/20

La relación 80/20 no es nueva. En 1896, el economista italiano Vilfredo Pareto sostuvo que el 20% de los factores provoca el 80% de las consecuencias. En 1997, el experto en gestión, marketing y estilos de vida británico Richard Koch (así se presenta, vaya a saber qué avales hay en tanta sabiduría) escribió El principio 80/20, sobre la aplicación de la idea del italiano llevada a la empresa, estableciendo que concentrar los esfuerzos (el 20) maximiza los resultado (80). Con el tiempo, en la manósfera comenzó a popularizarse esa relación de una forma perversa: el 80% de las mujeres está interesada solo en el 20% de los hombres, los más atractivos y exitosos. Palabras más, palabras menos, es un concepto que se ha manejado desde las comedias de Hollywood hasta las barras de amigos adolescentes en cualquier barrio.

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En Adolescencia, Katie le envió el emoji 100 a Jamie. Como suele pasar con los emojis, son polisémicos: tienen connotaciones de aprobación, de perfección, de superación y hasta sexuales. Sin embargo, en esta serie es una referencia directa a esta relación: 100 es 80 más 20. Nuevamente, la chica lo estaba hostigando, dándole a entender que jamás se fijaría en alguien como él.

Píldora roja

Matrix (1999), de las hermanas (entonces hermanos) Wachowski, es una de las películas más impactantes de la historia del cine. Yendo al punto, en una de sus escenas clave, Morpheus, el líder rebelde, le ofrece a Neo (el protagonista, Keanu Reeves) elegir entre la píldora azul y la roja. La primera le significaría seguir viviendo en la farsa en la que están insertos; la segunda, ver la realidad incómoda y enfrentarla. En la subcultura incel, la píldora roja es “ver la verdad” sobre la opresión masculina, “abrir los ojos” ante la hipersexualidad femenina (que disfrutan unos pocos tipos) y significa una “llamada a la acción” de la manósfera.

Adam le cuenta a su padre haber visto en Instagram unos 15 emojis en los que Katie sugiere que Jamie está en vías de ser un incel; entre ellos, la píldora roja.

Corazón violeta

Esto en sí no guarda relación con el asesinato cometido por Jamie Miller, pero llama la atención en la serie sobre cómo cada emoji tiene su propio significado para los adolescentes. En Instagram y WhatsApp hay corazones de 12 colores diferentes. Uno, lego total, podía pensar que esto no es más que novelería o algún vínculo más directo (por ejemplo, un corazón verde para contestar a alguna buena noticia sobre ecología, o algo así). Pero el corazón rojo significa amor en su concepción más lineal; violeta, está en la onda del cachondeo; amarillo, interés sexual; rosa, interés no sexual; naranja, apoyo.

Nuevamente, es Adam el que le abre los ojos a su padre y le traduce este código cromático. Vale aclarar que esto es en Adolescencia, basada en liceales ingleses. Si uno navega por la web, encontrará explicaciones (de seriedad dudosa) muy distintas sobre lo que significa cada corazón de color distinto.

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Algunos extras más

Los siguientes nombres y conceptos no están en la serie, pero ayudan a entender un poco más el mundo actual y la subcultura incel.

Chad

Esta expresión llegó a esta parte del mundo. Todo aquel que navegue en X (lo que antes se llamaba Twitter) habrá visto posteos con la imagen de un hombre (que puede ser el expresidente Luis Lacalle Pou, el entrenador ecuatoriano Segundo Castillo, el personaje de Game Of Thrones Ser Barristan Selmy o prácticamente cualquier tipo con rasgos hegemónicos) y una frase que incluya la expresión “este Chad”. El posteo, que puede ser elogioso, cómico o irónico, refiere a alguna actitud dominante.

En la subcultura incel, un Chad es el enemigo. Es el estereotipo de hombre atractivo y sexualmente activo; por ejemplo, el mariscal de campo del equipo de fútbol universitario de la preparatoria o de la facultad, no necesariamente acusado de actitudes bullies. En una manada, sería el macho alfa. O sea, lo contrario a ellos.

Stacy

Esto es un Chad pero mujer. Sin embargo, mientras el Chad es más genérico (puede ser rubio o no, puede ser caucásico o no, puede ser acaudalado o no, puede ser carismático o no; lo que tiene que tener sí o sí es arrastre), Stacy tiene algunas particularidades: es rubia, blanca, curvilínea, voluptuosa, es el alma de una fiesta y no se destaca por su materia gris. Si el Chad es el quarterback del equipo, ella es la cheerleader. El incel no solo la detesta sin dobleces, sino que la considera inalcanzable.

Becky

En la cultura incel, Becky es una mujer promedio, con un cierto atractivo pero no despampanante, que se viste con naturalidad y que, a diferencia de la anterior, no es ninguna tarada. Pero tampoco les dan a los integrantes de este subgrupo lo que ellos exigen (sexo), muchas veces porque tienen el discurso feminista a flor de piel. No son consideradas inalcanzables como la Stacy, pero tampoco los habilitan a disfrutar de sus derechos sexuales. Por eso y porque toda mujer es culpable, al final resultan ser más enemigas todavía.

Elliot Rodger

Es el “supremo caballero” de la comunidad incel y una de las principales razones por las cuales más que tenerles lástima por su patetismo hay que tenerles miedo por su peligrosidad. Nacido en Inglaterra, se mudó con su familia a Estados Unidos siendo un niño. Estudiante de la Universidad de California, en Santa Bárbara, había sufrido bullying de chico, tenía severos problemas de socialización y una enorme obsesión por tener sexo.

Muy poco antes de morir, a los 22 años, subió una serie de videos a su cuenta de YouTube quejándose de eso. El 23 de mayo de 2014 lo inició apuñalando a los tres estudiantes con los que compartía habitación en el Campus, envió por email a 34 personas su “manifiesto” de 137 páginas en las que se victimizaba y expresaba su frustración por mantenerse virgen, ya en su auto subió otro video en el que expresaba su intención de castigar a las mujeres por rechazarlo y a los hombres por tener mejor vida sexual que él, disparó a tres mujeres que caminaban frente a una casa universitaria cercana, matando a dos e hiriendo gravemente a la otra, entró a una tienda de comida y mató a un joven que ahí se encontraba, culminando su raid atropellando y disparando gente por todo el condado de Isla Vista. Cuando la policía lo agarró ya se había suicidado.

Lo que debería haber abierto un espacio a la reflexión sobre el abuso escolar y la detección temprana de problemas psicológicos derivó también en el surgimiento de un mito en este subgrupo. El 23 de abril de 2018, un tipo de 25 años llamado Alek Minassian atropelló a un montón de gente que caminaba por la transitada Yonge Street de Toronto y mató a 10 personas, ocho de ellas mujeres. “¡La rebelión incel ya ha comenzado! ¡Derrocaremos a todos los chads y stacys! ¡Saluden todos al supremo caballero Elliot Rodger!”, había escrito el matador —que fue detenido y condenado a cadena perpetua— en su muro de Facebook. La nota de Galería ya mencionada indicaba que se habían registrado otros 15 ataques o intentos de ataques relacionados con el tema en lo que va de este siglo.