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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHay de diversos tipos. También hay tipos, diversos, que creen lo que se escribe en los muros.
La Sagrada Escritura, en el libro del profeta Daniel (cap. 5), nos relata que el rey Baltasar dio una gran fiesta y que, “de pronto, aparecieron los dedos de una mano (…) que se pusieron a escribir (…) en la pared. Entonces, el rey cambió de color, sus pensamientos se turbaron” y mandó a convocar a quienes pudieran interpretar la escritura. Todos fracasaron, salvo un joven llamado Daniel.
Este informó al rey que la escritura era un mensaje de Dios que anunciaba el fin del reino en castigo por los excesos cometidos por el rey.
Y así ocurrió. El anuncio se convirtió en realidad.
Más cerca nuestro, en el tiempo y en el espacio, allí por el parque Rodó, más concretamente en la calle Sarmiento, campeó por un tiempo un grafitero, insigne humorista y ocurrente.
Recuerdo que, cuando estaba en obra el Tren Fantasma y no se terminaba nunca (como todas las obras en nuestro país), el muro de nuestro artista decía: “¡Tren fantasma ya!”. Y otra vez, con genial ironía: “Si Groucho hubiera escrito ‘El capital’, el mundo sería otra cosa”.
Pero el grafiti que hoy me viene a cuento lo pintó el buen hombre durante una campaña electoral, de esas que terminan abrumando con tanto bochinche, y decía: “Basta de realidades, solo escucho ilusiones”.
¿Habrá algo más yorugua?
El País (9/4/2025) transcribe declaraciones del ministro de Economía, que propone “no achicar el sector público ni afectar los intereses de la gente”, a la vez de invertir y crecer.
Nuestro amigo el grafitero estará feliz.
No es que al Uruguay le esté faltando un Daniel que le interprete la escritura con honestidad y realismo. En lo que va del año se lo he oído decir, o lo he leído, a economistas del CED, de Exante, del Ceres, de la Universidad Católica, de la Academia de Economía, y seguramente haya otros. Con apenas diferencias de enfoques y de énfasis, todos coinciden en que así no va más, que estamos retrocediendo. Que, como Baltasar, vivimos en exceso (de nuestras posibilidades y de nuestras obligaciones, hacia nuestros semejantes y hacia las futuras generaciones).
Hay escrituras y escrituras.
Ignacio De Posadas