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    Cambios: un sector “vapuleado” por los pagos electrónicos y la competencia informal redujo sus ganancias

    Las casas cambiarias soportan costos operativos “muy altos”, mientras su propio “Uber” y algunos comercios les quitan negocio haciendo conversión de monedas sin estar autorizadas para ello, dice el presidente de su asociación

    El hormiguero de uruguayos yendo a Argentina a comprar barato se terminó y, con eso, la actividad extra que les generó a las casas de cambio: el viajero convertía pesos en dólares, para luego venderlos en alguna “cueva” porteña al precio del blue. Ahora, esas empresas volvieron a la realidad de un mercado que describen como con mucha competencia, con los medios de pago electrónicos, con los bancos y también con agentes que, por fuera de la legalidad, realizan transacciones cambiarias.

    Durante julio-diciembre de 2024, que corresponde a la primera mitad del ejercicio anual que culminará en junio próximo, el sector ganó, en conjunto, US$ 2,9 millones; es menos que los US$ 5,7 de utilidades del mismo lapso de 2023, analizó Búsqueda a partir de datos informados por el Banco Central (BCU). Ocho de los 30 cambios autorizados por ese organismo regulador tuvieron pérdidas en el arranque del ejercicio en curso.

    A propósito de esos resultados, el presidente de la Asociación Uruguaya de Casas de Cambio (Audecca), Ricardo Gutiérrez, dijo a Búsqueda que en el sector manejan “números chicos, son de mostrador”, en comparación, por ejemplo, con lo que mueven las empresas de servicios financieros, una figura surgida en 2011 con autorización para brindar una gama mayor de operaciones. Varios cambios —como Varlix, Gales, Cambilex, Indumex y Avenida— se reconvirtieron en eso.

    La diferencia de comprar y vender divisas a precios mayoristas y negociarlas a los valores de las pizarras al público minorista no deja mucho si la operativa no es de grandes cifras.

    Los cambistas complementan su negocio teniendo, muchas veces bajo otra razón social, un local de cobranzas y pagos de Abitab y Redpagos. “Si no tenés una red no existís. Hoy deben ir de la mano, a no ser que la casa de cambio esté en un lugar con mucho movimiento”, señaló Gutiérrez.

    Según dijo, en el interior es donde más se siente que actualmente es un sector “muy vapuleado” y “muy caído”, porque “hay mucha competencia, mucha informalidad”. Los competidores son a veces comercios —un restaurante, un supermercado, la estación de servicio, un escritorio rural— que, además de aceptar dólares como pago, ofrecen el servicio de cambio de moneda a una cotización más ventajosa para el cliente, a un valor intermedio entre el de compra y venta fijado en las pizarras de las casas cambiarias.

    “Nosotros pagamos nuestra seguridad, nuestras alarmas con respuesta, el alquiler del local, las remesas, pagamos impuestos, nuestra auditoría… Son costos operativos muy altos” para un negocio que, asegura el presidente de la Audecca, en general no tiene un volumen importante. Los cambios, en general, “viven del menudeo de los mostradores” y son pocos los que cuentan con una mesa de cambios grande, agregó. Como estimación, señaló que una casa cambiaria “de barrio” operaría, “con suerte”, unos US$ 50.000 al mes. El margen también es chico, cercano al peso por cada dólar convertido.

    El “Uber” de los cambios

    Los “medios digitales pegan fuerte” al negocio porque, por ejemplo al hacer turismo en el exterior, cada vez más los viajeros usan la tarjeta de crédito en lugar de llevar todo dinero en efectivo, “A todos nos llega nuestro Uber. No es por ser pesimista; seguimos trabajando bien”, pero hace 20 años se podía pretender hacerse “millonario” con un cambio, reflexiona con nostalgia.

    La “inclusión financiera”, que alentó el uso de medios electrónicos de pago en sustitución del efectivo, es un desafío también para las empresas de servicios financieros. “Nos tenemos que ir aggiornando continuamente, no queda otra. Ha bajado la cantidad de gente que viene a hacer sus transacciones de forma presencial por la tecnología, pero igual seguimos trabajando con ellos a través de WhatsApp o vía telefónica”, comentó Waldemar Álvarez, vicepresidente de Gales, entrevistado para la publicación Trayectorias de Búsqueda, en 2023.

    Para esa empresa, el negocio del cambio significa en torno al 60% de la actividad. Llegó a tener cuatro camiones blindados propios para hacer liquidaciones “en la calle a clientes, a colegas, a instituciones” y para mover dinero físico entre sus 15 sucursales, ubicadas en Montevideo, Canelones y Punta del Este. “La inclusión financiera achicó muchísimo el efectivo. Hoy tenemos dos blindados nada más. La mayoría de las transacciones se hacen por sistema. Entonces, la inclusión financiera sacó dinero de la calle, pero también nos sacó riesgo. (...) Siempre tenés medio vaso lleno y medio vaso vacío. Si te quedás peleando con el medio vaso vacío, sonaste. Hay que tratar de ver el medio vaso lleno, buscarle la vuelta. Lo que hoy te es perjudicial ponételo a favor, no queda otra”, afirmó ese empresario.

    El sector de las empresas de servicios financieros que integra Gales ganó, considerando a todas, el equivalente a US$ 4,4 millones en el ejercicio anual que cerró en diciembre (frente a US$ 5,7 millones en 2023). Algunas firmas tuvieron números rojos e Indumex, por su lado, fue la que dio la ganancia más grande, de unos US$ 1,6 millones.

    Estafas y criptos

    Esporádicamente, alguna empresa cambiaria aparece envuelta en negocios sospechosos, como ocurrió en 2017 con Cambio Nelson de Maldonado por una estafa a clientes.

    Más recientemente, el Cambio Pampex y su local de cobranza Abitab ubicado en Pocitos fue señalado en el marco de la denuncia contra el empresario Gonzalo Campomar, a cuya familia pertenecen esas firmas, por estafa a inversores en activos digitales.

    Según una investigación publicada en febrero por Búsqueda, dos afectados reclaman por dinero invertido para sustentar movimientos de dinero en la casa de cambio propiedad de los Campomar en la modalidad de “cables”.

    A diferencia de las empresas de servicios financieros, las casas de cambio como la de Campomar no están habilitadas para realizar transferencias internacionales y por eso algunas recurren al mecanismo irregular de “cables”, por el cual tienen acuerdos de compensación con empresas similares en el exterior.

    Gutiérrez aclaró que Cambio Pampex —una empresa que entró en proceso de cierre en el contexto de las acusaciones contra Campomar— no integra la Audecca y dijo desconocer los detalles del caso. También ratificó que los cambios no están autorizados a realizar transacciones con el exterior por medio de los “cables”. Se refirió, sí, al negocio de los criptoactivos, que para él son “mala palabra” porque los visualiza con alto riesgo para el lavado de activos.

    En 2023, las casas de cambio y las empresas de servicios financieros hicieron 15 reportes de operaciones sospechosas de lavado de activos al BCU.