Oddone es también un melómano, con The Who como su banda predilecta, aunque también escucha a los argentinos Spinetta y Los Redonditos de Ricota y puede saltar al jazz sin problema. Dice que no falta a ningún concierto de Buenos Muchachos y, de hecho, José Nozar, el baterista, le enseña a tocar el instrumento en clases semanales. El economista tiene una batería Pearl en una pieza ubicada en la azotea, en cuyas paredes hay símbolos de sus otras aficiones: un cuadro de Nacional —es palquista en el Gran Parque Central—, un banderín del club de básquetbol Trouville y otro de los Patriots de New England, un equipo de fútbol americano que sigue desde niño.
Con su pareja —con quien tiene una hija de ambos y otra, que estudia en Francia, del anterior matrimonio de su mujer— van casi todos los fines de semana a la chacra familiar, en la Ruta 60, en Maldonado.
Oddone estuvo radicado en México durante los años clave de cualquier adolescente. Ya treintañero también vivió un tiempo en España, y Chile pudo haber sido un destino profesional. A sus 61 años, todavía enganchado con algún trabajo académico y de consultoría internacional, está de regreso a una actividad política que puso en pausa siendo un joven, ahora como uno de los posibles futuros ministros de Economía.
Entre la plaza y Ciudad de México
Con sus padres, los historiadores Juan Oddone y Blanca París, fueron de los primeros habitantes del emblemático edificio Ciudadela, frente a la plaza Independencia, donde él jugaba al fútbol y andaba en bicicleta. Pero la etapa escolar y hasta el primer año de secundaria la pasó en el Colegio y Liceo Latinoamericano, en Punta Carretas, su actual barrio.
Cuando vino la dictadura el padre dejó su cargo docente en la Facultad de Humanidades y empezó a dar clases en Argentina y en México. La madre, profesora también de la misma casa de estudios, fue sumariada por la intervención universitaria y renunció.
Aunque sus padres no tenían militancia política, el apartamento familiar era un lugar de encuentro para estudiantes y académicos. Eso, para el gobierno de facto, ponía el hogar bajo sospecha. Juan Oddone estuvo detenido por una semana y “cada vez que había un acto en la plaza Independencia venían (los militares) y miraban, como si pudiera haber algún francotirador” desde la ventana, relata el economista. “Toda esa efervescencia, más toda esa cuestión de sentirse vigilado y dudando de si el teléfono estaba intervenido, fue parte del entorno de mi niñez”.
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El edificio Ciudadela, donde vivieron los Oddone-París y, a la izquierda, la Torre Ejecutiva
Ricardo Antúnez / adhocFOTOS
El vínculo laboral en México se hizo más estable para el padre de Oddone y los tres terminaron emigrando. Llegaron el 5 de setiembre de 1976, el día que Gabriel cumplía 13 años. Allí vivieron hasta febrero de 1981; el regreso a Montevideo se dio por problemas de salud de su padre. Además, para el joven Oddone era también una instancia de definición: “Siempre quise volver, pero en ese momento la reflexión era: si no vuelvo ahora o el año que viene, no vuelvo más”. Se recuerda a sí mismo en esa época como “muy mexicano en muchas cosas” al estar “muy afincado” en el país de acogida, por la cultura, la comida y los viajes a la costa. Era un “cuate” —un igual— y un integrante más del Corinthians y después del Atlético Mineiro, dos cuadros de fútbol armados por gente del barrio todavía fascinada con el Brasil de Pelé campeón del mundo de 1970. Algunos amigos le decían Pollo, un apodo que él atribuye a que era flaco y de piernas largas.
El periplo por México dejó huellas intelectuales profundas en Oddone, en particular el Centro Activo Freire, un colegio que define como “extremadamente elitista”, una “cuna de izquierdistas latinoamericanos” con “una visión muy progresista” y donde la mayoría eran de “mucho potencial económico”. En esas aulas —le dijo alguien— las matemáticas eran una “ciencia burguesa” y, por tanto, la currícula priorizaba materias como Historia o Literatura. La inmersión en la discusión de ideas seguía fuera de clase con los compañeros que iban a ver películas “de culto” al Centro Universitario Cinematográfico o en ocasionales charlas “de adoctrinamiento” con el director del colegio, un gordo profesor de Historia y miembro del Partido Comunista mexicano.
El cordón con el Uruguay por entonces en dictadura no se cortó. Cuando alguno de los integrantes de la familia Oddone París viajaba a Montevideo, tras pasar el trámite de Migraciones sin problemas, hacía una llamada por cobro revertido preguntando por “el señor Ramírez”—el dueño de la casa que alquilaban en Ciudad de México— y recibía como respuesta que esa persona ya no vivía allí, era una clave tranquilizadora. La madre, el “eje de la familia”, siempre quiso volver o al menos salir de México.
Para Oddone fue duro el regreso a un “país muy gris”, todavía bajo la opresión militar, para reinsertarse en el Latino, sobre todo viniendo de un colegio en México, “donde destacarse era lo relevante” y, además, con mala base en las ciencias formales. Como “no sabía sumar una fracción”, debió tomar clases particulares para ponerse a tiro con las matemáticas. El adolescente no se adaptó. Aunque provenía de una familia no católica, entró al Colegio Juan XXIII para cerrar el ciclo liceal. De allí surgió la fe —“soy un creyente de bajo perfil, muy a mi manera”, asegura—, la relación con varios de sus amigos de toda la vida, el Club Trouville Universitario creado junto con un grupo de compañeros y el noviazgo con quien fue su primera esposa (Oddone tuvo otros dos matrimonios, el del medio fue con una microbióloga española por el cual el cruce del Atlántico fue muy frecuente mientras duró la relación).
Facultad y consultoría
El hoy designado ministro de Economía de un eventual gobierno de Orsi quería estudiar Historia. Esa era su vocación, además de la de piloto de avión; le atrae la “adrenalina” de la responsabilidad de comandar un vuelo.
Una charla con su padre lo hizo desistir de seguirle los pasos. Le advirtió sobre lo difícil que podía ser ganarse la vida como historiador y de los problemas en la Facultad de Humanidades, todavía controlada por los militares. También le dijo que había hablado con el contador Iglesias —luego presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y canciller uruguayo—, un conocido de la familia, quien le transmitió que en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA) había quedado dando clase “gente muy razonable” y de “buen nivel”. Gabriel y su padre acordaron que probaría un año y, si no le gustaba, la familia intentaría ayudarlo para que estudiara su carrera de vocación afuera. “Pasó que entré a Ciencias Económicas y me gustó”, aunque “siempre me quedaron” las ganas de estudiar algo de historia, y por eso, años después, se doctoró en Historia Económica, recuerda ahora. La intervención de Iglesias en su orientación profesional, señala, fue “determinante”.
Aún siendo estudiante, su primer trabajo como docente universitario fue dando clases en la Facultad de Derecho. En la consultoría, se estrenó trabajando para el Instituto de Desarrollo Social, inicialmente sin cobrar, pensando un plan de desarrollo para la pesca artesanal pergeñado por algunos tupamaros.
En 1991 entró como “ayudante de coyuntura” en la consultora Oikos, pero el trabajo con esa “barra económica-agronómica” se interrumpió por un tiempo al emigrar a España, en 1993, para hacer su posgrado primero en la Universidad Carlos III, que discontinuó, y después en la Universidad de Barcelona, hasta 1996. Allí se doctoró años después en Historia Económica.
En Madrid recaló en un apartamento donde vivían otros dos estudiantes uruguayos a quienes conocía “de vista”. Uno era Fernando Lorenzo, luego ministro de Economía en el segundo gobierno del Frente Amplio; Oddone asegura que Lorenzo fue quien lo convenció de que no abandonase el doctorado cuando había perdido la motivación. Del anecdotario de esa convivencia que devino en amistad quedó el viejo Audi “gigante” e “invendible” en Europa que le prestó Lorenzo y que Oddone chocó en un paseo rumbo a Italia. El siniestro no produjo heridos pero sí un coche que debió ser remolcado de vuelta a España y pasar por el taller mecánico.
A su vuelta a Uruguay Oddone retomó la actividad en Oikos, donde pasó a ser socio tras hacer un aporte económico a la consultora. Según su recuerdo, sacó un préstamo de US$ 6.000 para esa capitalización.
Convocado en 1999 para armar el presupuesto, fue secretario amovible del rector de la Universidad de la República Rafael Guarga.
En 2001, ya siendo investigador del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), se enroló en ITC, una sociedad de Antel, donde trabajó entre otros con el actual canciller, el ingeniero Omar Paganini.
También por esos años hizo consultorías para el BID y el Banco Mundial en países de la región, mientras iba y venía a España en el tramo final de su segundo matrimonio y de su tesis doctoral sobre el “declive” económico de Uruguay. En 2005 se postuló para un cargo como especialista en Chile, pero esa posibilidad se frustró y apareció otra: Lorenzo, quien estaba entrando como asesor al Ministerio de Economía en el primer gobierno del Frente Amplio, le pidió que le diera apoyo a Adrián Fernández en la alianza que en 2003 habían hecho con el estudio de abogados Ferrere para que el Cinve brindara el servicio de consultoría económica. Para Oddone empezó allí “otra vida”, inimaginada, porque tenía la convicción de que ese vínculo —del que surgió CPA/Ferrere— sería fugaz. “¡Y terminé siendo socio! Eran mundos y culturas organizacionales muy distintas” que, señala, la llegada de Bruno Gili y la figura de Nelson Mendiburu ayudaron a amalgamar. El negocio prosperó: “Cuando entré a CPA éramos 80 personas y facturábamos US$ 1 millón, y cuando me fui la firma tenía 800 empleados y facturaba US$ 20 millones”.
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Oddone, en una charla de coyuntura para clientes de CPA/Ferrere en 2019
CPA/Ferrere
Ya era un analista de peso cuando, en 2013, en la Expo Activa de Soriano, después de hacer allí unos comentarios sobre la coyuntura económica el entonces presidente José Mujica lo cuestionó, y de paso también a los abogados, escribanos y economistas en general, acusándolos de ser una plaga. Lo creía distante de la economía real: “Oddone no se subió en un arado ni en pedo”, dijo a periodistas.
Entrevistado en el libro Economistas, economía y política, de Adolfo Garcé y Javier Rodríguez Weber, publicado en 2022, Oddone reflexionó sobre el vínculo no siempre fácil entre ambas disciplinas: “Es un tema de doble dirección. Cuando los técnicos desconocen o subestiman el mundo de la política (sus tiempos, restricciones y obligaciones), sus propuestas tienen escasa probabilidad de implementarse. Complementariamente, cuando los políticos desconfían de forma sistemática de las miradas de ciertos problemas que hacen los profesionales, se consolida el statu quo o las soluciones implementadas son inadecuadas. El mundo de los políticos y los técnicos suele estar en tensión, y está bien que así sea. El problema es cuando las partes prefieren ser aduladas a cuestionadas”.
Por los reglamentos internos, al cumplir 60 años, en setiembre de 2023 dejó de integrar CPA/Ferrere y su oficina en una de las torres del World Trade Center del Buceo, aunque ya desde un tiempo antes había comenzado a planificar otros roles. Fundó el think tank Ágora junto con su amigo Gili, que también se fue de esa consultora, mientras, por otro lado, se iba consumando un acercamiento a Orsi.
De “lata” al equipo orsista
A la salida de la dictadura Oddone decidió vincularse a una juventud partidaria. Lo tentaron los comunistas, la democracia cristiana y los socialistas. Pero por su “profundo sentimiento antisoviético” y el hecho de que su padre era votante del Partido Socialista (PS) terminó siendo un “lata”. Fue delegado estudiantil en la FCEA y en el Consejo Directivo Central de la Universidad de la República y miembro del Ejecutivo de la Juventud Socialista.
Sin embargo, recuerda con mucha precisión que un día, caminando por 18 de Julio y Arenal Grande de regreso hacia la plaza Independencia, hizo una reflexión como dirigente universitario: “La política me gusta mucho pero, si sigo en esta piscina de dulce de leche, no tengo mucha capacidad de aporte. Voy a estudiar, me voy a formar en el exterior y algún día voy a volver para contribuir como técnico”. Ahí decidió alejarse de la militancia, aunque mantuvo el vínculo con compañeros del PS.
Al partido renunció en 2015, enojado por no haber sido consultado antes de que se emitiera un pronunciamiento a favor de que Uruguay abandonara el tratado TISA con Estados Unidos. “Es mucho tiempo sintiendo vergüenza de todo el comportamiento público del PS y sus autoridades”, escribió Oddone al despedirse. Hoy ve aquel episodio como “el desencadenante”: “Entre que no tenía militancia y yo, mirándolo desde donde lo veía, que se había convertido en un lugar muy críptico (...), aun la gente que me representaba a mí veía que tenían que decir un conjunto de cosas con las que no estaba muy de acuerdo. Me hubiera ido igual”.
A comienzos de 2008 el socialista Álvaro García le ofreció ser su subsecretario cuando él asumiera como ministro de Economía sucediendo a Danilo Astori. Pero Oddone lo rechazó por razones familiares y entendiendo que era un gobierno casi de salida. Tampoco quiso integrarse al equipo si ganaba Daniel Martínez, una posibilidad insinuada durante la campaña electoral de 2019 que, de todos modos, terminó ganando el blanco Luis Lacalle Pou. Antes, ya empezada la primera administración del Frente Amplio, había recibido una propuesta menos previsible: integrar el Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública.
Su acercamiento reciente a la política partidaria está más fresco, aunque algunos detalles los saben pocos.
Unos dos años y medio atrás lo contactaron para preguntarle si estaría dispuesto a ser el ministro de Economía de un eventual gobierno de Orsi. Algunos sostienen que por detrás del ofrecimiento estaba la tesis de que no se podía repetir la historia de darle a un sector del Frente Amplio la conducción de la política económica y que esta debía quedar en manos de una persona de confianza del presidente. Y que, con ese perfil, los candidatos al cargo no abundaban.
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Orsi, al presentar la semana pasada a Oddone como su ministro
Javier Calvelo-adhocFOTOS
La aproximación con Oddone avanzó en conversaciones informales, entre otros, con Alejandro Pacha Sánchez, senador del Movimiento de Participación Popular y hoy jefe de campaña, y en algún momento de 2022 con el propio Orsi en el despacho del entonces intendente de Canelones. Hablaron de economía, de política y sobre la concesión de la terminal de contenedores a Katoen Natie, un tema sobre el cual el economista había hecho una consultoría que no cayó bien en el Frente Amplio.
En julio de 2023, consultado por Búsqueda, Oddone reconoció que había mantenido diálogos con Orsi “desde un punto de vista profesional” y referidos a la realidad económica. Además, allí explicitó su deseo de colaborar. Ante la pregunta de si una vez que dejase CPA/Ferrere —en setiembre de ese año— aceptaría sumarse a los grupos de trabajo de una próxima administración del Frente Amplio, eventualmente como ministro, contestó: “No me estoy candidateando a nada. Si llegado el caso alguien me lo plantea, estoy dispuesto a considerar integrar un equipo (…). Estoy dispuesto a jugar en el lugar que me toque” para “colaborar con un gobierno del Frente y en particular de Yamandú”.
Pero el mensaje claro de que él era el elegido para el Ministerio de Economía llegó bastante después, este mismo año, en una charla en la casa del ahora presidenciable frenteamplista. Sin embargo, públicamente Orsi recién lo anunció el 23 de setiembre, en una conferencia en la Huella de Seregni en la que se limitó a explicar que hasta ahora había considerado innecesaria una comunicación de ese tipo. El momento de informar la novedad venía siendo motivo de conversación en las últimas semanas y, regresando en barco desde Buenos Aires, a donde el candidato fue junto con Oddone a exponer ante empresarios argentinos, se definió que sería en los días siguientes.
Su diagnóstico y algunas ideas sobre qué hacer para que Uruguay “despegue” están contenidos en un reciente libro, que le hizo llegar al equipo de Orsi antes de la publicación.
El economista, uno de los 111 técnicos de izquierda firmantes contra el plebiscito de la seguridad social impulsado por el PIT-CNT, es resistido por algún sector frenteamplista. “No puedo ocultar que no es quien desde nuestro punto de vista sería la mejor expresión para la conducción económica para un gobierno del Frente Amplio”, declaró en junio en Búsqueda el secretario general del Partido Comunista y exdirigente sindical Juan Castillo. En la diaria, en la edición del mismo día en que Oddone fue presentado públicamente como eventual ministro, la candidata al Senado y referente de Casa Grande Constanza Moreira aseguró que lo ve como un representante del “gran empresariado”.
“Ahora que tengo esto (el nombramiento) sobre la espalda voy a conversar con todos los sectores”, adelanta Oddone. “Es la historia de mi vida”, dice este exsocialista, refiriéndose a una relación “tensa” pero de “unidad partidaria” con los comunistas. “Las papas se van a tener que acomodar en el camino, o no, y yo saltaré por los aires. En principio, no es algo que me preocupe mayormente” porque “hay un programa suficientemente amplio como para que entren visiones diversas, y depende de quién está al frente encauzando las cosas”, reflexiona de cara a lo que puede venir si el Frente Amplio vuelve al poder desde marzo de 2025.