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Uruguay salió fortalecido tras el “stress test institucional” del plebiscito, dice jerarca del Banco Central
Según Adolfo Sarmiento, gerente de Política Económica y Mercados del BCU, era “altísima” la posibilidad de perder el investment grade; los agentes confiaban en la “estabilidad” del país, pero “había que probarlo” en las urnas
Sarmiento, el segundo de la izquierda, junto al presidente y otros jerarcas del BCU
En la Semana Santa de abril de 2012, Adolfo Sarmiento, un economista de primera línea del Banco Central (BCU), participaba de un evento en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Uruguay recién había obtenido el grado de inversión no especulativa —investment grade — otorgado por Standard & Poor’s. Un hombre se le sentó al lado, se presentó como un gestor de fondos de inversión desde la isla de Man, un “paraíso fiscal”, y porque desde esa mañana la deuda soberana uruguaya había empezado a figurar en la pantalla con información de los mercados se interesó por saber más sobre el país: “¿Qué hay en Uruguay?, ¿palmeras?, ¿pescan?”. El gerente de Política Económica y Mercados de la autoridad monetaria contó esa anécdota para destacar la importancia de contar con el investment grade, porque abre “posibilidades de negocio” y permite endeudarse más barato.
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Sarmiento dio a fin de octubre una charla virtual organizada por la Cámara de Comercio Paraguayo-Uruguaya, con sede en Asunción, titulada Grado inversor: el día después. Perspectivas y aprendizajes, el caso de Uruguay. La audiencia fueron empresarios guaraníes, a quienes desde hace poco el tema les es más cercano: en julio pasado, Paraguay obtuvo el investment grade otorgado por la agencia Moody’s.
El funcionario historió sobre el camino que recorrió Uruguay desde 1993, pasando por el logro de una nota dentro de ese rango, su pérdida en medio de la crisis de 2002, y los 12 años que van desde la recuperación del grado inversor. “Algunas (agencias) son más benévolas y otras son mucho más conservadoras para mejorar la calificación”, dijo, poniendo como ejemplo que “los mercados financieros ya desde el 2006 habían reconocido cuál era el nivel de riesgo de Uruguay” y, sin embargo, la nota de la deuda pública seguía “bastante por debajo” del grado inversión.
Explicó que, al hacer sus evaluaciones, las calificadoras ponderan “la situación institucional del país”, un sistema jurídico que “avale” y que “respete” los derechos de propiedad así como las reglas de juego. También que haya una macroeconomía “estable”, lo que incluye tener cuentas fiscales “ordenadas” e inflación “controlada”.
Fortaleza "cuestionada"
Para Sarmiento, lo “sustancial” del investment grade “no es haberlo alcanzado”, sino “mantenerlo y mejorarlo”, la etapa en la que, dijo, se encuentra hoy Uruguay. Con eso se dio pie a sí mismo para referirse al reciente plebiscito de la seguridad social y reafirmar la importancia de ofrecer certeza institucional.
“Todas las calificadoras de riesgo, todos los inversores que hace 12 años estaban invirtiendo en el país consideraban esto era un cambio en las reglas de juego”, porque hubiera desmantelado el régimen de AFAP, que tiene 28 años, y, además, podía “ser el inicio de otras reformas”, dijo. Con esto, la “fortaleza institucional de Uruguay, un punto fuerte, estaba cuestionada”.
Y siguió. Los agentes “realmente confiaban en la estabilidad institucional del país, pero en realidad había que probarlo” en las urnas, enfatizó. Pensaban que el plebiscito “no tenía muchas posibilidades de ser aprobado, y se votó y no salió. Fue un stress test en lo institucional. Si hubiera salido, la posibilidad de perder el grado inversor era altísima, con las consecuencias que se pueden imaginar: inversiones que se deshacen, tasas de interés más altas, dificultades para obtener financiero externo”, comentó el jerarca del BCU.
Sarmiento aseguró que si la papeleta por el Sí se aprobaba, era un pronunciamiento popular que debía ser respetado. Pero el costo, insistió, hubiera sido alto: “Una vez que las calificadoras sacan” la nota de investment grade “demora mucho” en volver a recuperarse, lo que tiene “consecuencias muy importantes, económicas y financieras”.
Celebró que el sistema de la seguridad social “sigue funcionando” al haber fracasado ese plebiscito y recordó un dicho: “Lo que no mata fortalece: consideramos que salimos fortalecidos de eso”.
Para el economista, el grado inversor es una “carta de presentación” o una “vidriera”, con una importancia aún mayor para un país “pequeño” como Uruguay, que ayuda a “atraer y ampliar mercados”. Aludiendo a deberes por delante, señaló que tener un “buen desarrollo institucional” y un “crecimiento económico adecuado va a permitir seguir subiendo escalones que dan resiliencia. Porque las economías tienen vaivenes”.