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    El Frente Amplio no vuelve con “espíritu adanista ni revanchista”, pero tampoco hará “la plancha” en educación

    El futuro ministro, José Carlos Mahía, cuestiona la transformación procesada en este gobierno y dice que no quiere que la gestión educativa esté al servicio del “marketing político” de jerarcas: “Hay que ser más sencillos y humildes para que las cosas sucedan”

    Mesurado, dialoguista y componedor. Con esas palabras se define el futuro titular del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), el docente y senador José Carlos Mahía. Su nombre se perfilaba desde hace tiempo y días antes del anuncio oficial del gabinete, este lunes 16, fue confirmado por el presidente electo, Yamandú Orsi, con quien comparte su condición de profesor de Historia, dirigente político de izquierda y candidato a intendente por Canelones.

    El Frente Amplio no llega al gobierno de la educación con “espíritu adanista ni revanchista, pero tampoco para hacer la plancha”, sostiene Mahía, recostado a la idea de que “hay que ser más sencillos y humildes para que las cosas sucedan”, que contrapone a “eslóganes refundacionales”.

    “Lo que yo no quiero es que la educación pública sirva para el marketing político de nadie”, avisa.

    Para el designado ministro, la llamada transformación educativa “demoró mucho” en implementarse, luego se hizo con “importantes niveles de improvisación” y no buscó “el involucramiento de todos” los actores de la educación. “Yo no veo a los docentes como adversarios o como agentes de resistencia en sí mismos”, dice, sino como “protagonistas”, junto con los alumnos y las familias.

    Los ejes de la izquierda para la educación apuntan a universalizar la primera infancia desde los tres años, revertir el ausentismo, mejorar las tasas de egreso y la calidad de los aprendizajes, reforzando los apoyos específicos, y con la Universidad de Educación como “norte”.

    Acudió a la educación pública y envió a sus hijos a ella por opción. Egresó del profesorado de Historia en el Instituto de Profesores Artigas (IPA), del Instituto Profesional de Enseñanza Periodística y estudió en la Facultad de Derecho. Su militancia, “siempre más política que sindical”, comenzó a nivel estudiantil en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) y luego integrando el secretariado del Centro de Estudiantes del IPA. Desde 1994 forma parte de Asamblea Uruguay y tiene a Danilo Astori como su referente político, junto con Liber Seregni.

    Este es su séptimo período consecutivo como legislador y en varias oportunidades integró la Comisión de Educación y Cultura. En plena transición, dice aterrizar en un organismo “elefanticio”, consciente de que su cartera “reina pero no gobierna” porque el ente rector es la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), cuyas autoridades están por definirse.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista de Mahía con Búsqueda.

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    José Carlos Mahía en el edificio anexo al Palacio Legislativo, en Montevideo

    José Carlos Mahía en el edificio anexo al Palacio Legislativo, en Montevideo

    —El 1 de marzo entrarán a las escuelas y liceos los estudiantes con programas definidos por la administración saliente en el marco de la “transformación educativa”. ¿Qué cosas ha hecho bien el gobierno que se va?

    —Voy a poner dos ejemplos. Uno es el Ceibal. No porque continuó una política del Frente Amplio, sino porque le dio una impronta que yo comparto y es una política de Estado. Y, cuando volvimos de la pandemia, la decisión de la gradualidad en la vuelta a clases, de empezar por las escuelas rurales… y la forma en que se fue dando el retorno a las aulas, yo eso lo comparto.

    —No citó nada vinculado al proceso de cambio impulsado en esta administración. ¿Cuál es su evaluación?

    —En relación con la denominada transformación educativa, yo veo dos elementos complejos. Uno se refiere a su puesta en marcha. Se demoró mucho y daba la impresión de que hubo importantes niveles de improvisación, fruto de querer llegar a plazos que no se daban. Fue un problema importante la demora en la ejecución por la pandemia, esos aspectos de improvisación sobre la marcha y luego el querer acelerar los procesos generó dificultades. Además, no tuvo una búsqueda real de involucramiento de todos los actores educativos, y eso generó el efecto exactamente contrario. Que la ATD (Asamblea Técnico Docente) manifestara en un 97% su rechazo a los contenidos de transformación educativa habla mucho también de las formas de implementación de las políticas. Otro de los aspectos de mayor crítica a este proceso es todo el peso que les recargó la función administrativa a los docentes. Eso tampoco estuvo bien implementado, más allá del debate entre competencias y contenidos, importa la gestión educativa.

    —¿Qué quiere decir?

    —Asumir que tal o cual metodología de enseñanza es, en sí misma, un sinónimo de mejora de los aprendizajes y de los resultados es un error. El cambio fundamental está en la gestión. No ignoro los marcos teóricos, pero la gestión educativa es la clave. No hay mejor marketing que una gestión lo más eficiente posible y, además, muy transparente hacia la sociedad. Yo no veo a los docentes como adversarios o como agentes de resistencia en sí mismos. Yo quiero concebir y generar condiciones para que los trabajadores de la educación, todos, se sientan parte de lo que el país necesita en materia de cambios educativos. Tienen que ser protagonistas ellos, las familias, los estudiantes.

    —¿Qué desmontará, cambiará o hará de otra forma el próximo gobierno?

    —Hay un dato de la realidad y es que el presidente electo empieza a gobernar el 1 de marzo con las clases empezadas o para empezar. Esta es una oportunidad para tomarse un tiempo, reflexionar y tomar decisiones. Tiene que haber un proceso de discusión y revisión de la denominada transformación. Nosotros llegamos sin preconceptos. No quiero generarles condicionamientos a quienes vayan a estar en la ANEP, pero sí transmitir la voluntad de que no venimos con espíritu adanista ni revanchista, y tampoco para hacer la plancha.Venimos con propuestas claras, pero sin voluntad de demostrar que tenemos la verdad revelada con eslóganes refundacionales. Lo que yo no quiero es que la educación pública sirva para el marketing político de nadie. Hay que ser más sencillos y humildes para que las cosas sucedan.

    —Un compromiso del Frente Amplio es rehabilitar la participación de los docentes en la conducción de los consejos desconcentrados del Codicen, con voz y voto, lo que implica dar marcha atrás a lo que planteó el actual gobierno con las direcciones generales.

    —Sí. Esa es la voluntad política que anunció el Frente en su programa y en la campaña. Y es lo que vamos a impulsar. Yo no ignoro que en una de las cámaras tenemos votos suficientes para ello y en la otra tenemos que actuar con los demás partidos políticos para lograr estos y otros cambios.

    —Desde el gobierno saliente defienden que con las direcciones actuales la acción administrativa es más ágil y eficiente. ¿Comparte algo de esa lectura?

    —No. Eso no ha sucedido. Creo que es una lectura que se hace en función de una meta autopropuesta por ellos, pero no porque se haya podido cuantificar efectivamente y demostrar eso que se sostiene.

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    José Carlos Mahía y Luis Lacalle Pou durante el 40° aniversario de la CAF, en el Palacio Legislativo este año

    José Carlos Mahía y Luis Lacalle Pou durante el 40° aniversario de la CAF, en el Palacio Legislativo este año

    —Usted no habla de grandes transformaciones. Sin embargo, el sistema requiere cambios para superar problemas como el de las altas tasas de inasistencia y la baja culminación de la educación obligatoria. ¿Qué cabe esperar diferente con respecto a lo que hizo este gobierno o la propia izquierda en los 15 años que gobernó?

    —Un compromiso de gestión muy fuerte de los equipos que se designen en la ANEP y en el MEC, con los objetivos claros que definimos en el programa. Los ejes o énfasis se focalizan en completar la universalidad del nivel de tres años para la primera infancia, mejorar los índices de asistencia a clase, ampliar la modalidad de tiempo pedagógico extendido, ir a una educación media de tiempo completo, reforzar los acompañamientos —tutorías, maestros comunitarios, trabajadores sociales, psicólogos—, para mejorar la calidad de los aprendizajes, y crear la Universidad de la Educación. Esto buscando acuerdos para la gobernanza y con el Ceibal, que es una herramienta que queremos seguir potenciando. También tiene que haber estímulos para que docentes con más antigüedad no elijan escuelas y liceos de zonas con mejores niveles socioeconómicos.

    —Para hacer todo lo que se propone, debe mejorar sustancialmente la asignación presupuestal para la educación. ¿La meta sigue siendo el 6% del PBI más 1% para Ciencia?

    —El objetivo es ese, y vamos a intentar llegar o aproximarnos lo más que podamos. Previo a ello, tenemos que saber dónde estamos parados hoy, y todavía no tenemos la dimensión de los problemas que podemos encontrar desde el punto de vista económico en el país, en cuanto al endeudamiento externo, a compromisos de esta administración, a la situación de los funcionarios públicos, tanto en los ingresos que ha habido sobre el final de esta administración, como, por ejemplo, con personas que se han jubilado, que todavía estarían en edad de seguir aportando, y que se fueron por distintas razones. Ese es un motivo de preocupación.

    —¿A qué se refiere?

    —En el caso de la educación, me ha pasado con cantidad de colegas que, entre comillas, me decían que no aguantaban más. Y eso tenía que ver un poco con toda la carga administrativa, todo el peso que sentían que recaía sobre ellos, y una sensación de desamparo. Más allá de episodios puntuales, muy desagradables, como fueron los que les tocaron vivir a los exdirectores de Secundaria y algunas otras autoridades.

    —El programa del Frente Amplio también expresa la “vocación de buscar acuerdos nacionales en materia educativa” o pacto con el arco político. ¿Se hará sobre estos “ejes” que detalló?

    —Sí, esa es la orientación.

    —¿Cuándo y cómo se explorará ese “pacto” político?

    —Tiempo al tiempo. Esas son cuestiones que tenemos que definir con el presidente y en el Poder Ejecutivo. Yo lo proyecto como una de las líneas fundamentales. En este aspecto, el MEC va a jugar un rol esencial.

    —El MEC también jugará un rol importante en la convocatoria y en la instrumentación del Congreso de la Educación. ¿Qué implica en los hechos el carácter “vinculante” que plantea el programa frentista?

    —Que sea vinculante no quiere decir que sea obligatorio. Para mí, lo importante es que la gente no sienta que va a un Congreso de Educación y nada de lo que dice se tendrá en cuenta. Y tampoco que salga del Congreso pensando que todo lo que dice va a ser específicamente aplicado. Porque las conclusiones a las que llegue el Congreso son orientaciones y propuestas para distintos campos de la educación pública. Pero la ANEP tiene una autonomía técnica de rango constitucional y, desde ese lugar, las potestades para aplicar lo que entienda. No se le puede obligar desde el punto de vista jurídico y no es conveniente desde el punto de vista de las políticas públicas tampoco. Habrá actitud de incorporar contenidos y opiniones externas, pero el gobierno de la educación es indelegable.

    —Suele decirse que el MEC reina, pero no gobierna.

    —Cierto.

    —Pero en esta administración ha tenido un rol más protagónico a través de algunos cambios introducidos en la LUC.

    —De todos modos, la ANEP es el ente de la educación del Estado más pesado en materia educativa.

    —Usted decía que hay que tener mucha puntería para la designación de los miembros del Codicen. ¿Eso ya está definido?

    —No. Por lo menos no conmigo.

    —Para presidir el Codicen se han barajado los nombres del maestro Pablo Caggiani y del profesor Gabriel Quirichi…

    —Son dos muy buenos nombres, dos compañeros con mucha trayectoria y que pueden aportar mucho a la educación. Pero no digo que puedan ir para un lado o para el otro. Elegir bien los nombres es una parte muy importante del éxito de la gestión.

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    Sesión extraordinaria para tratar la modificación de la ley de financiamiento de los partidos políticos, en el Senado, a fines de mayo

    Sesión extraordinaria para tratar la modificación de la ley de financiamiento de los partidos políticos, en el Senado, a fines de mayo

    —Decía que la Universidad de la Educación es un norte y también un pendiente que tiene Uruguay. ¿Alcanzarán las mayorías especiales?

    —Para ello necesitamos acuerdos políticos que trascienden al propio Frente Amplio. Ojalá podamos llevarlo adelante. Yo tengo toda la disposición de diálogo. Tras haber creado la Utec, todos los partidos políticos la hemos reivindicado y se hizo con legitimidad porque no había Utec si no había acuerdo con la oposición.

    —Usted no comparte la vía propuesta por el actual gobierno, alternativa a la Universidad de la Educación.

    —Yo no estoy de acuerdo con ese camino. Lo dije y lo mantengo. No estoy de acuerdo con que en forma administrativa se proceda a un reconocimiento de un título universitario en los términos que lo ha llevado esta administración.

    —Decía que todavía no había comenzado la transición. ¿Tampoco habló con el ministro Da Silveira?

    —No. Él me mandó mensajes, tanto él como Ana Ribeiro (subsecretaria) y Mariana Wainstein (directora de Cultura), y lo que yo les transmití es que, primero, tenemos que tener la información oficial a través de Presidencia de la República, actual y entrante. Y una vez que tengamos eso, comenzamos. Es mejor hacer las cosas en forma institucionalizada y ordenada para todos.