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    Marta Peirano: “Nos adentramos en, probablemente, una época muy oscura”

    Las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos tienen todos los estímulos para alinearse con el gobierno de Donald Trump, dice la periodista española, y advierte que la inteligencia artificial “es como otra reencarnación de ese capitalismo de plataformas, porque es extractivo, es manipulador”

    Marta Peirano sube al escenario montado en uno de los amplios espacios verdes del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA). Es lunes a la tarde y frente a ella hay más de 300 personas vinculadas al mundo tecnológico, CEO, empresarios, expertos, algunos atentos y otros disfrutando del catering dispuesto por los organizadores del Punta Tech Meetup 2025. El ambiente es ideal para un discurso elogioso del futuro que promete la inteligencia artificial (IA). Y sin embargo, la periodista española especializada en tecnología dará una mirada un poco menos auspiciosa.

    Peirano, columnista de El País de Madrid, dirá que la inteligencia artificial “ha dominado” el lenguaje, que “es la manera más fácil de interactuar con el resto del mundo”. Esto traerá un cambio “no tanto de tecnología, sino de interfaz” con su usuario. La película Her lo describe mejor que nadie, explicará la autora de libros como El enemigo conoce el sistema y Contra el futuro. “En lugar de estar hablando con todo el mundo o con una ilusión de todo el mundo, que es lo que hacíamos cuando publicábamos nuestras fotos en Instagram o cuando hacíamos los videos en TikTok o cuando compartíamos enlaces o artículos periodísticos en Twitter, ahora lo que vamos a hacer va a ser encerrarnos en nosotros mismos y hablar con la IA que más nos guste, ¿no?”.

    Al final hará un llamado a la acción, a crear modelos de IA que no dependan de las empresas tecnológicas norteamericanas, sino que sean “abiertos” y “compatibles” con la comunidad local. Peirano dirá ni bien baje del escenario que sabe que su discurso no satisfizo a todos. Vio muestras de aprobación, pero también gestos que expresaban desacuerdo.

    En una entrevista con Búsqueda, Peirano ahondará en su mirada pesimista, aunque anclada en cosas que le parecen hasta lógicas que sucedan. El “rebote machista” es “normal que suceda” porque hubo un avance del feminismo y de otras minorías, dirá. Las grandes empresas tecnológicas basadas en Estados Unidos están adaptando sus políticas a la nueva mirada que llegará a la Casa Blanca de la mano de Donald Trump, que está “alineado con sus intereses comerciales”.

    Entender no implica dar las cosas por buenas. “Nos adentramos en, probablemente, una época muy oscura”, afirmará.

    A continuación, un resumen de la entrevista que Peirano mantuvo con Búsqueda después de su intervención en el Punta Tech.

    —¿Estamos en un cambio de paradigma tecnológico?

    —Creo que confluyen varias cosas. Primero, hay un cambio de ciclo. Los ciclos duran 20 años en tecnología, y pienso que el que termina comenzó en los años 2000, en ese interín que suponía que las redes sociales van a salvar el mundo, ¿no? Y entonces ese ciclo ha durado 20 años, ha pasado por Edward Snowden, y a pesar de Edward Snowden y de sus revelaciones, ha crecido esa industria de forma desproporcionada, y ahora ese ciclo se acaba y llega al ciclo de la inteligencia artificial. Pero es una inteligencia artificial que en realidad es una continuación, es como otra reencarnación de ese capitalismo de plataformas, porque es extractivo, es manipulador, está diseñado para optimizar la interacción y para manipular al usuario de una forma mucho más directa, porque va pegado a su oído.

    Hay un cambio de interfaz, es decir, el cambio de la interfaz-cristal, pantallas que tocamos con íconos, a la interfaz-palabra a través de los cascos (auriculares) con Bluetooth, para mí es un cambio muy muy importante, porque reduce la fricción. Tú con tu teléfono para utilizar la pantalla la desbloqueas, o sea, como que hay fricción entre tú y la tecnología y no puedes estar todo el día con ella pero, cuando tienes unos cascos escondidos en tus orejas que te están hablando todo el rato, ahí ya no hay fricción, ya es un 24/7. Y entonces creo que coinciden esas dos cosas, o sea, se acercan más a nuestro cerebro, la interacción va a ser más continua hasta prácticamente no tener espacio sin ella. Conozco gente que se queda dormida con los cascos puestos escuchando podcast o escuchando cosas relajantes o meditación. Y luego, vivimos una epidemia de soledad. Los 20 años de redes sociales han dejado a mucha gente muy aislada, porque han hecho amigos en plataformas en distintas partes del mundo y han dejado de activar sus amistades o su comunidad en su entorno directo, y entonces esa gente ahora, cuando empiezan a fragmentarse las plataformas, se queda sola. ¿Y quién les va a escuchar y les va a hacer caso todo el rato y les va a ayudar a navegar la vida y el mundo y les va a mantener lejos de la depresión?: la inteligencia artificial.

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    Marta Peirano durante su intervención en el Punta Tech Meetup 2025

    Marta Peirano durante su intervención en el Punta Tech Meetup 2025

    —¿Pero es solo un cambio de paradigma tecnológico o hay un cambio de paradigma político-social?

    —Parece que tenemos un cambio de paradigma político, pero de la misma manera que veo que ChatGPT es la culminación de algo que empezó con Facebook y con Google, veo que Donald Trump es la culminación de algo que empezó con Reagan, con Margaret Thatcher, pero también algo que empezó con Facebook y con Google. Cité a Snowden en mi última columna; él decía: “Mi gobierno creó una arquitectura de la opresión, lo que pasa es que no la tenía activada”. Es decir, una arquitectura que está diseñada para vigilar a los ciudadanos desde sus propios celulares. Tú puedes activar esa arquitectura y convertirla realmente en una arquitectura de la opresión. Pienso que esto es lo que va a empezar ahora, pero la tecnología es la misma, es la misma tecnología, lo que pasa es que han pasado 20 años y lo que han hecho ha sido quitarse la careta. Creo que los creadores de esa tecnología siempre han sido fascistas, porque crear una tecnología que secretamente, de forma opaca, espía a todo el mundo, esa tecnología es completamente antidemocrática.

    Habla de sacarse la careta. Hay quienes acusan a Mark Zuckerberg de haberse sacado la careta, tras la victoria de Trump, porque realizó una gran cantidad de cambios de las políticas de Meta para congeniarlas con la mirada del futuro presidente de Estados Unidos y su entorno.

    —Meta es un caso paradigmático. Google creó una serie de servicios y de productos superútiles, y que en el proceso de hacerlos cada vez mejores descubrió un modelo de negocio que no sabía lo importante que iba a ser. Ese modelo de negocio, cuando lo coge Facebook, ya es un modelo de negocio basado en espiar; es decir, que el servicio que yo te ofrezco de conectarte con tus amigos y no sé qué no requiere que yo te espíe, pero yo te voy a espiar porque eso es lo que vale dinero. Entonces, bueno, de repente, cuando en 2016 el mundo descubre que puedes utilizar Facebook a través de agencias como Cambridge Analytica para manipular a gente con mentiras… Él lo que hace es generar una especie de estructura alrededor de su negocio sin cambiar jamás su negocio, y esto es importante, una estructura alrededor de su negocio que de alguna manera terceriza el problema. Dice: “Ya, bueno, pues en mi plataforma corren las mentiras, pero yo estoy pagando a periodistas de verdad para que las chequeen, las verifiquen y digan si son mentiras o no”. Es decir, no lo voy a hacer yo porque yo no soy periodista, no quiero tener la varita de la verdad y la mentira, pero voy a pagar, voy a financiar equipos de periodistas que lo van a verificar. Y ahora les llama sesgados, nazis, etc. Él genera un espacio, digamos un buffer, no demasiado efectivo, tengo que decir, porque evidentemente las redes de verificadores no han solucionado el problema en absoluto, hay más desinformación que nunca y va más rápido que nunca, pero durante esos años en los que ha estado invirtiendo dinero en financiar este tipo de operaciones no se ha llevado más que tortas. Nadie le ha dicho: “Ostras, gracias por tu esfuerzo, esto está muy bien”. No. Empezando por mí, todos le hemos dicho: ”Esto no es lo que tienes que hacer, lo que tienes que hacer es modificar tu modelo de negocio”. Y él no quiere modificar su modelo de negocio porque le va muy bien, ¿no? Porque ¿para qué? No es ilegal. Debería serlo, pero no lo es y gana más dinero que nunca haciendo eso de lo que ganaría haciendo cualquier otra cosa. Y entonces, después de 10 años llevándose palos por intentar, más o menos, mitigar los efectos de su propia tecnología, ahora ha dicho: “Ya está, ya está bien”. Y se ha encontrado con una fuerza política que lo que le dice es: “Si no haces lo que yo te digo, si no abandonas todas estas verificaciones y dejas que corran las campañas de forma orgánica en tu plataforma, te voy a hundir”. ¿No? “Como presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, he puesto a un señor que te va a cortar la cabeza si no haces lo que yo te digo”. ¿No? “Pero, si haces lo que yo te digo, entonces vas a tener lo que tú quieras. Te voy a quitar las leyes de encima, voy a disolver todas las demandas que tengas pendientes, yo hago lo que tú quieras”. Nadie piensa que Mark Zuckerberg sea una persona que vaya a tomar una decisión que no esté alineada con eso. ¿Para qué?

    —A eso se suma la cercanía de Elon Musk con Trump. Parece haber un alineamiento entre los principales actores del mundo de la tecnología y el poder político en Estados Unidos, ¿no?

    —Sin duda. A ver, la mayor parte de las plataformas que dominan el mundo occidental son plataformas californianas. Bueno, cada vez más texanas que californianas, ¿no? Pero, si los gobiernos demócratas han querido modificar sus modelos de negocio para que fueran más compatibles con, por ejemplo, los derechos civiles y el nuevo gobierno les dice que no, que pueden ganar más dinero que nunca, que pueden abandonar todo tipo de estrategias de mitigación, que pueden hacer lo que les dé la gana durante el tiempo que les haga falta, no veo de qué manera eso no está alineado con sus intereses comerciales.

    —Musk, al menos desde el discurso, parece tener una agenda más amplia, como alguien que busca salvar al mundo.

    Elon Musk es un personaje muy único, yo diría, con una combinación de cualidades bastante especiales, y probablemente el villano perfecto. Parece un villano de la Marvel: le pegaban de pequeño, tuvo un padre horrible, se crio en la Sudáfrica del apartheid, su familia está loca, se va a Canadá, consigue vender un par de empresas por mucho dinero y de repente, por estas cualidades que tiene, se convierte en el hombre más rico del mundo. Y es un hombre que claramente le gusta ser popular. Lo primero que hizo nada más al llegar a Twitter fue modificar el algoritmo porque hizo un tuit sobre el Super Bowl, y el mismo tuit lo hizo Joe Biden, y a Joe Biden le fue mejor, tuvo más retuits. Y dijo: “Esto es inaceptable”. Joe Biden, que era el presidente de los Estados Unidos, tuvo más retuits, y a él le pareció que había que modificar el algoritmo de toda la plataforma solo para corregir eso; es decir, es una persona que tiene un ego, no sé si descomunal, pero claramente fragmentado, que es sensible a la atención. Mientras el entorno demócrata le prestó atención porque era el CEO de una empresa que hacía coches eléctricos y parecía el futuro de la transición verde, estuvo cómodo así; en el momento en el que empezaron a decirle “a lo mejor no eres el futuro de la transición verde y lo que eres es un poco cara dura”, pues se movió de ficha donde le prestaban atención. Esto, por cierto, es un proceso que describe muy bien Naomi Klein en su último libro, cómo gente que en principio parecía feminista, de izquierda, liberal, no sé qué, de repente se mueve hacia la derecha cuando recibe una crítica importante, o parece que de repente ya no forma parte de la intelligentsia democrática por algo que ha hecho y le reciben al otro lado con los brazos abiertos y le dicen: “Todo lo que dicen que has hecho mal, aquí lo estás haciendo bien”.

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    Donald Trump y Elon Musk observan el lanzamiento del cohete Starship de SpaceX el 19 de noviembre de 2024 en Brownsville, Texas.

    Donald Trump y Elon Musk observan el lanzamiento del cohete Starship de SpaceX el 19 de noviembre de 2024 en Brownsville, Texas.

    —Hay quienes afirman que esto es una reacción contra la mirada woke.

    —Creo que sí. En realidad lo que hay es claramente un rebote machista. El voto machista de Donald Trump es descarado, a Donald Trump le votan los hombres, es verdad que le votan muchas mujeres, pero es que le votan hasta los hombres afroamericanos, le votan los hombres latinoamericanos, después de decir en su campaña que son todos violadores que vienen a matar a nuestras hijas. Es decir, hay ahí una jerarquía de intereses, y el interés machista está por encima del insulto racista. Entonces, pienso que sí, que no es tanto algo woke, sino un rechazo o una reacción contra una dimensión del feminismo y una dimensión de la protección de los derechos de las minorías LGTBI que está siendo tan violenta como ha sido el avance del feminismo y de los derechos de las minorías LGTBI.

    —Sin la violencia…

    —Absolutamente, sin la violencia física, pero yo sí que estoy convencida de que hay una generación de hombres que ha sentido que no pueden ser hombres y hacer algo bien. Es decir, que su masculinidad, que su manera de entender la vida, de su manera de ser como sus padres o como sus abuelos está mal, está podrida. Y entonces hay una rebelión contra eso que es terrible, pero que no me parece extraña. Me van a echar del Uruguay por decir esto, pero no me parece extraña, me parece predecible, me parece normal. Esa rebelión se empezó a manifestar, efectivamente, en las redes sociales, porque era el lugar más fácil para que ocurriera, ¿no? Hay una idea de que esto empezó con unos ataques que hubo contra una diseñadora de videojuegos que rompió con un novio en la industria. Hay mucha gente que dice que todo empezó ahí y luego con Anonymous y 4chan y todo eso, y que ha ido creciendo y manifestándose de una manera que fue tecnológica o por lo menos por medios técnicos antes de ser, digamos, social y masiva. Y sí que pienso que las redes sociales han permitido que ese tipo de actitudes crezcan cuando las redes sociales físicas lo que hacen es controlarlas. Si tú tienes 15 años y de repente eres un machista y eres violento, tu propio grupo te enseña a no serlo, ¿no? La sociedad te corrige no haciéndote caso, no invitándote a las fiestas, no teniendo novias, etcétera. Pero, cuando tú llegas a Twitter y eres un machista violento que dice cosas horribles, te encuentras con 50 como tú que te celebran, ¿no? Y entonces no hay una corrección social que te lleve a ningún sitio más o menos no antisocial. Vamos a ver cómo se desarrolla eso.

    —Mencionaba lo de Zuckerberg y la eliminación del sistema de fact-checking y otros cambios, que como decía no fueron la gran solución. La derecha de Estados Unidos dice que esto es parte de una defensa de la libertad de expresión. Hay un debate sobre cómo enfrentar este tema, algunos piensan que debe pesar la posición de Estados Unidos de libertad absoluta, mientras que en la Unión Europea predomina una mirada de regulación. ¿Cuál cree que debe ser el camino?

    —Elon Musk, como ya he dicho antes, lo primero que hizo fue modificar el algoritmo para que su discurso se viera por encima del discurso de otros. Y en los últimos dos años ha censurado a muchísima gente. Es más, ha ido eliminando a los usuarios de forma categórica porque puede. Es decir, tú dices yo defiendo la libertad de expresión para decir yo lo que quiera, pero luego en mi propia plataforma manejo la libertad de expresión y disminuyo la de unos y aumento la de otros, porque pincho libertad de expresión: tú más, tú menos… Esto es lo que está vigilando ahora mismo, por ejemplo, la Unión Europea. La Unión Europea ha abierto una investigación de Twitter, que ahora mismo se ha puesto calentísima con la entrevista que le hizo a Alice Weidel, la líder de Alternativa para Alemania, porque con la nueva ley de mercados digitales es ilegal que tú magnifiques o amplifiques el discurso de un candidato y reduzcas el de otros. La ley no dice “tú no puedes decir que Alternativa para Alemania es la única salvación de Alemania”, que es lo que ha dicho Elon Musk, porque eso es una opinión. Lo que no puedes es tener un sistema de comunicación masivo y decir que Alternativa para Alemania ocupa esto y que todos los demás candidatos ocupan esto. Eso es ilegal. Y entonces yo, claramente, me siento mucho más cómoda en la Unión Europea que en el resto del mundo.

    —En una charla con el académico británico David Runciman, la filósofa Shannon Vallor cuestionó que se hable de revolución tecnológica porque no habría un cambio en las estructuras sociales. ¿Comparte?

    —Claro, absolutamente. En 2011 cuando empezó la revolución, la Primavera Árabe, tanto Twitter como Facebook se apuntaron enseguida a “somos las herramientas de la revolución”. Pero esas propias herramientas, que estaban básicamente registrando los nombres y las posiciones de toda la gente que estaba luchando contra sus respectivos regímenes, fueron las que facilitaron que los metieran en la cárcel. La primera cita de mi libro anterior es de Audre Lorde, que dice: “Las herramientas del poder nunca servirán para desmantelar el poder”, y estas son claramente las herramientas del poder. En 2011 decían que eran la revolución y la herramienta democrática que iba a democratizar el mundo, mientras los programas que filtró Edward Snowden estaban en plena burbuja, mientras estaban espiando a los, por ejemplo, congresistas democráticamente elegidos de países extranjeros y estaban vigilando a sus propios ciudadanos. Una cosa que siempre recuerdo es que el escándalo de los papeles de Snowden no era que nos estaban vigilando a todos nosotros, porque eso es lo que hacen las agencias de espionaje, era que estaban espiando a los suyos, y eso es anticonstitucional. Y cuando tú gobiernas espiando, tú no te puedes llamar democrático. Gobernar espiando es la antidemocracia. Gobernar espiando es el fascismo. Una democracia es un gobierno en el que los ciudadanos saben todo de ti y tú no sabes nada de los ciudadanos, no al revés. Cuando es al revés, eso es fascismo.

    —No es muy optimista sobre el futuro.

    —Nos adentramos en, probablemente, una época muy oscura, muy oscura, en la que el poder opera de forma absolutamente opaca y nosotros estamos absolutamente expuestos. No se me ocurre una circunstancia peor.