El noticiero se venía haciendo eco de la escasa familiaridad existente entre el presidente electo y sus ministros, e incluso entre ellos mismos en más de un caso.
El noticiero se venía haciendo eco de la escasa familiaridad existente entre el presidente electo y sus ministros, e incluso entre ellos mismos en más de un caso.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáFortunato observaba cómo este nuevo gobierno a punto de arrancar tenía tan poco relacionamiento recíproco, sin duda, fruto del hecho de que las designaciones provenían de complejos acuerdos intrapartidarios, con grupos minoritarios dentro de otros grupos más minoritarios, porque la idea central era lograr un equilibrio en el reparto, siempre, claro, con una clara predominancia del MPP, la nueva estrella de la política vernácula.
Cansado como estaba, el pobre Fortunato bostezaba cada vez que escuchaba que se había producido tal designación en la subsecretaría de tal ministerio, pero que en el ministerio cual la elegida como titular sería fulana de tal y no mengano de cual, ya que, gracias a un acuerdo entre el subgrupo “Todos por el Pepe” y el subgrupo “Siempre con Lucía” había habido un acuerdo de último momento, que determinaba que jualana de tal dejara el cargo que le habían ofrecido en el ministerio retal, para que fuera ocupado por menganito de recontracual, que venía de renunciar a ser subsecretario del ministerio mesigual.
Cuando Fortunato ya bostezaba, el informativista dijo que la lista estaba completa, al menos en lo que refiere al gabinete, y que en minutos el presidente electo se reuniría por primera vez en forma conjunta con los futuros ministros y sus subsecretarios.
Cuando ya se le cerraban los ojos, Fortunato vio a don Yamandú Orsi ingresando a un gran salón, en uno de los hoteles en cuyas cocinas se ha preparado el menú que deberemos deglutir, nos guste o no, a lo largo y ancho del próximo quinquenio.
El Pacha le iba mencionando nombres y apellidos de los recién llegados a medida que iban pasando frente al futuro primer mandatario, quien, en más de un caso, decía: “¡Ah!, mucho gusto. Sí, yo había oído hablar de usted, la felicito, mucha suerte, ¿eh? Cualquier cosa me llama y vemos”.
Después de dos o tres casos similares, Orsi prefirió entrar al salón y pedirle al Pacha que los hiciera sentar a todos alrededor de la gran mesa. Él se sentó en una punta (pegadito al Pacha), abrió una libreta totalmente en blanco y con una Bic azul iba anotando y agregando comentarios a sus apuntes a medida que escuchaba nombres, apellidos y cargos.
Fortunato ya estaba casi dormido cuando creyó escuchar este diálogo: “Bo, Pacha, ¿al final cuántos bolches hay en el gabinete? Porque el Pepe me dijo que tratara de que no fueran muchos, que con Juan Castillo ya estaba llena la cuota, pero que…”. El Pacha lo interrumpió diciéndole que el ministro de Turismo en fija que era bolche, porque era el único cargo que le había tocado proponer a Carolina Cosse, un tal Meroni o Menoni, con una subsecretaria de apellido Caram…
—¡Andá, bo! ¿Caram como los de Artigas? —preguntó Orsi casi en voz alta, motivando un estentóreo “shhh” del Pacha, preocupado por mantener el orden y la calma, y, sobre todo, la discreción.
—Acaban de entrar Lubetkin y Csukasi —le dijo el Pacha a Orsi en voz muy queda.
—Con esos nombres estos dos deben ser la pareja de backs del Dynamo de Bratislava, bo. Aclarame bien que no entendí nada —comentó el presidente electo, tratando de anotar correctamente aquellos dos apellidos, mientras el Pacha le explicaba que se trataba del futuro canciller y la futura subsecretaria de Relaciones Exteriores.
—Qué nombres raros, Pacha, esos no me sonaban para nada, qué querés que te diga —agregó don Yamandú, mirando alrededor de la mesa, y encontrándose con el futuro ministro de Ambiente—. ¿Cómo se llama el morocho, que creo que estaba en la UTE o en la Ancap? Yo lo veía mucho por la tele, tiene pinta de simpático —volvió a inquirir el futuro presidente.
—Ortuño se llama —respondió bajito el Pacha—, Edgardo Ortuño.
—Este debe ser pariente de Washington Ortuño, que integró el equipo uruguayo que salió campeón del mundo en Maracaná, papá —dijo con énfasis don Yamandú—. Averiguame bien, porque capaz que es familiar del ídolo, y me encantaría saludarlo especialmente cuando nos vayamos de acá, ¿ta? Las glorias de la Celeste viven siempre en nuestras memorias —concluyó.
Así fueron siguiendo y saliendo nombres y apellidos, que el futuro primer mandatario iba anotando en su libreta, comentando aquí y allá por lo bajo con el Pacha los sentimientos y las reacciones que le causaban todas aquellas personas, a algunas de las cuales conocía, pero eran las menos, y otras que, para decirlo en forma clara, ni idea tenía de dónde habían salido.
—El canario Fratti es una garantía en Ganadería —se lució Orsi, demostrando que tenía claro el personaje que irá a negociar la venta de carnes uruguayas a la China, con dos intérpretes: uno del canario al español, y otro de español al chino.
—¿Cómo me vas a decir que el flaco aquel que va de ministro del Interior es Negro? ¡El negro es Ortuño, ese es blanco! Pero de piel, no de partido, porque blancos de piel agarramos, pero blancos del Partido Nacional van a tener que esperar unos añitos para regresar, Pacha… ¿qué me decís? ¡Sí, claro, tenés razón, se dice afrodescendiente, pero yo me olvido! Allá en Canelones los blancos son blancos y los negros son negros, ¿querés que lo mencione al negro Rada como el afrodescendiente Rada? No jodas, Pacha, al pan pan y al vino vino, macho…
A Orsi le encantó que hubiera una ministra que se llamara Lucía Etcheverry (“esa tiene nombre de vivir en La Tahona”, comentó) y otra que iba a ser ministra de Defensa y se llamara Lazo (“lindo apellido para pialar a los milicos, que siempre andan esquivando”, comentó también, con una sonrisa).
Así fueron saliendo, de acá y de allá, los nombres de los jerarcas que integrarán el futuro gabinete, a la mayoría de los cuales el presidente electo no tenía la menor noción de quiénes eran.
—Ya nos iremos conociendo, a medida que pase el tiempo —les dijo Orsi al despedirse de ellos cuando iban saliendo del salón—, y cualquier cosa que tengan dudas o inquietudes hablen primero con el Pacha, que él me trae después el problema y la solución juntos, que ese es el acuerdo que tenemos.
Fortunato se había despertado, la tele estaba pasando una documental sobre los cisnes de cuello negro en Finlandia, y, mansito, tras apagar la tele y sin despertar a la patrona, se fue a dormir a su cama, seguro de que, gracias a lo que había visto y oído, estamos en buenas manos con vistas al futuro que se avecina.