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    Premio Nobel de Economía en Uruguay: la “utopía libertaria” de Javier Milei “no va a funcionar”

    En una charla en la Udelar, James Robinson afirmó que el “modelo” argentino “está totalmente fuera de contacto con la realidad” y destacó la obra de Ángel Rama

    “Hablemos de una reforma política neoliberal. ¿Qué está haciendo Milei en Argentina? ¡Es una utopía! ¡Él lo dice! Él dice que es una utopía libertaria. Él tiene un diseño utópico y lo está intentando implementar en un contexto en el que no puede llegar al éxito”, aseguró el economista y politólogo inglés al hablar este viernes 15 en una actividad organizada por la Universidad de la República (Udelar).

    Robinson fue anunciado en octubre como uno de los ganadores del Nobel de Ciencias Económicas, junto con Daron Acemoglu y Simon Johnson, por su investigación sobre la importancia de las instituciones para generar prosperidad en las naciones.

    El coautor del libro Por qué fracasan los países: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza (2012), junto con Acemoglu, no aludió a la situación de Uruguay por resultar ajena a su estudio. Sin embargo, sí se refirió a la actualidad argentina. La apuesta de Milei “no va a funcionar”, vaticinó. “¡No es posible! Es un modelo que está totalmente fuera de contacto con la realidad de la sociedad argentina”, dijo.

    De visita en Uruguay, donde recibió el título doctor honoris causa de manos del rector de la Udelar, Rodrigo Arim, el economista intentó mostrar que la herencia del colonialismo ha dificultado el desarrollo económico en algunos países, sobre todo en Latinoamérica y África.

    El trabajo de Robinson se vincula a cómo la calidad de las instituciones influyen en la prosperidad de las naciones y en su desarrollo económico, oscilando “en las fronteras de la economía y la ciencia política”, según explicó Verónica Amarante, directora del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Udelar.

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    Rama, el choque entre lo ideal y lo real, y el “utopismo”

    Durante su conferencia, titulada El desequilibrio fundamental en América Latina, el premio Nobel citó varios “ejemplos históricos” para validar sus teorías sobre que “la persistente desigualdad de la región está profundamente ligada a la herencia colonial”. En ese marco, destacó el aporte del intelectual uruguayo Ángel Rama al análisis de la desigualdad que define a la región, y en particular a su libro La ciudad letrada (1984).

    “Rama dice que existe un choque entre lo ideal y lo real en América Latina”, comentó Robinson, quien ató esa idea con “la larga historia del utopismo” reinante en el continente —que vinculó al “sincretismo religioso” y a una “mentalidad barroca”— y que definió como una “visión utópica del orden jurídico en un contexto donde no es práctico aplicarla”, por lo que se crea “un desequilibrio”.

    “Uno quiere imponer lo ideal, pero, como es utópico, no funciona. ¿Entonces, qué hacemos?”, planteó. “Lo que estamos viendo es que cuando los proyectos utópicos fallan, ustedes (los latinoamericanos), no se ajustan: simplemente vuelven con un nuevo proyecto utópico”, dijo, y citó como ejemplo sucesivas “enmiendas” a la Constitución de varios países de la región, como República Dominicana, Venezuela, Colombia o Perú. Esto explica, en parte, el “desequilibrio fundamental de América Latina”, sostuvo.

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    A sala llena habló James Robinson.

    A sala llena habló James Robinson.

    El “utopismo libertario” y “el Estado mágico”

    Al promediar su charla, Robinson aludió a lo que llamó “reformas políticas neoliberales conectadas al utopismo”, que a su juicio explican en gran medida la inequidad y el clientelismo, además de lo que el Nobel bautizó como “el Estado mágico”, jugando con la idea del realismo mágico.

    “Hablemos de una reforma política neoliberal. ¿Qué está haciendo Milei en Argentina? ¡Es una utopía! ¡Él lo dice! Él dice que es una utopía libertaria. Él tiene un diseño utópico y lo está intentando implementar en un contexto en el que no puede llegar al éxito. Ustedes lo saben, yo lo sé… Pero eso no importa, porque así son las cosas”, dijo.

    El profesor fue repreguntado por el auditorio sobre el caso de Argentina y la eventual “mejora” de sus indicadores económicos, y enseguida respondió: “¿Argentina? Hay un incremento enorme de la pobreza en Argentina en el último año. Y si bajó la inflación, a ver… La política de (Carlos) Menem funcionó muy bien durante unos años… Incluso en el gobierno de Alan García en el Perú, a fines de los ochenta, las cosas funcionaron 18 meses antes de que todo se prendiera fuego y arrancara la hiperinflación. O sea: lo de Milei no va a funcionar. ¡No es posible! Es un modelo que está totalmente fuera de contacto con la realidad de la sociedad argentina”, dijo el Nobel.

    “Argentina no tiene la fuerza institucional para detener ese desbarranco. ¡Piensen en la historia del país…! Es todo lo que voy a decir. Capaz que puedo estar equivocado. No hay nada cierto. Pero esa es mi fuerte opinión sobre lo que está pasando” en Argentina, agregó.

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    James Robinson en la Universidad de la República

    James Robinson en la Universidad de la República

    Los “árbitros del desequilibrio” y “la Navidad de Maduro”

    Robinson, profesor del Departamento de Ciencia Política en la Universidad de Chicago, donde dirige el Instituto Pearson para el Estudio y Resolución de Conflictos Globales, conectó la política “neoliberal” de Milei con la de Menem, en los años noventa.

    “El Consenso de Washington (término acuñado en 1989 para describir un paquete de reformas dirigidas a países en desarrollo afectados por la crisis financiera) decía: ‘O tenemos este clientelismo, que es el desarrollo liderado por el Estado, o tenemos un mercado libre. Pero esta no es la forma en la que piensan en América Latina, que dice: ‘¡No, no! ¡Tenemos clientelismo y tenemos el Consenso de Washington! Agregamos las dos cosas y seguimos para adelante’. Y así es que operó Menem”, indicó.

    Apuntó, además, a “la demanda de clientelismo”, que ilustra “muchísimos problemas” de América Latina y en especial en Argentina. “Ese desequilibrio crea problemas. El Estado promete una cosa, pero después no puede cumplir… ¿Qué pasa? Los peronistas median entre las personas enojadas y el Estado. Y este desequilibrio crea una enorme demanda de intermediación. Y una interpretación es que esa situación crea una oportunidad política de ser árbitro”.

    “Nuestra impresión es que muchas personas acumulan riqueza en América Latina y lo hacen siendo árbitros del desequilibrio”, afirmó el profesor, y citó casos de Colombia y Venezuela, “donde, si uno es sofisticado y tiene recursos, puede manipular el desequilibrio para su propio interés” y “hay muchas personas explotando el caos” y “generando utopías”.

    Observó, a su vez, que en América Latina “hay una demanda de utopías que está fuertemente conectada a por qué es tan encantador el populismo”. Abundó en este punto: “El populismo de (Hugo) Chávez, por ejemplo, ofrecía utopías. ¿Qué ofrece (Nicolás) Maduro? ¡Mover la Navidad para que empiece antes! ¡Si podemos tener la Navidad cuando queramos! Eso es una utopía”.

    Según el Nobel de Economía, “todo esto se interconecta con las relaciones de poder, el clientelismo, la corrupción y el populismo, entre otras muchas cosas. Y todo este desequilibrio también tiene que ver con el realismo mágico”, en relación con un “movimiento cultural” que admite “realidades alternativas”, a vivir entre lo oficial y lo informal, dando lugar a un “barroco” político, económico y social.

    “Hay una explicación cultural muy fuerte de por qué América Latina es como es. Pero no es obvio que la solución para estos problemas sean las políticas económicas”, opinó el economista, y, al ser repreguntado sobre el tema, apuntó a “factores culturales” que deben resolver los propios latinoamericanos.

    La visita de Robinson a Uruguay se enmarca en la edición del 29° Congreso Académico de Economía y Econometría de América Latina y el Caribe (Lacea-Lames, por sus siglas en inglés), que empezó este jueves 14 y se extenderá hasta mañana, sábado 16, en Montevideo.