¿Estás menos tímido que antes?
Edad: 54 • Ocupación: guitarrista, compositor, cantante, exintegrante de la banda argentina Attaque 77 • Señas particulares: es un poco obsesivo con el orden; lleva su propia almohada a las giras; tuvo que disfrazarse de su pareja, Valeria Lynch, para el programa Tu cara me suena
¿Estás menos tímido que antes?
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSoy más abierto ahora. Tengo menos prejuicios, ya no me gusta eso de tener una etiqueta de rockero, responder a las expectativas. Tengo la libertad de hacer un montón de cosas, y trabajar como productor para otros artistas me abrió mucho la cabeza. Me llevó a trabajar con Valeria, que es una gran gran maestra, cómo se comunica, cómo se desenvuelve… Puede ser que finalmente esté venciendo la timidez, que muchas veces pasa por antipatía, ¿no? Pero claro, son etapas que uno pasa. Yo nunca fui reheavy, rejodido, esos también son prejuicios. Hoy estoy en un buen momento, explorando una nueva faceta con Tu cara me suena (Canal 12), más humorística, y es todo un aprendizaje. El concepto de divertir, de entretener, recién lo entendí ahora. Siempre me interesó, aunque no sé si soy bueno o si tenga las condiciones. Pero imaginate que me tuve que disfrazar de Valeria Lynch, no sé si en algún otro momento haría una canción de ella porque no hay manera de que me acerque a ese registro, así que ya sabíamos que iba a ser 100% humorístico. Creo que la gente se divierte, e incluso muchos amigos, gente que me quiere me habla para decirme: “qué bueno que te hayas animado a hacer esto“. Ser rockero es algo que tiene que ver con la libertad, con la apertura de mente, al menos era así, entonces creo que es hasta provocativo esto. Toda mi carrera ha sido en una banda de rock (Attaque 77), 33 años de actividad, pero soy músico antes que rockero.
¿Tocar con Attaque 77 era tu sueño adolescente?
Sí. Era un sueño que se cumplió. Y le fue bien porque éramos tan inconscientes que estábamos muy enfocados, estaba muy dirigida la energía del grupo para que creciera y creciera desde la ingenuidad y la pasión. Porque era lo que yo quería, ser músico. Tocar la guitarra y llegarle a la gente. Ahora viene un gran desafío para mí, que es ser solista. Me sigue dando pudor decirlo, porque el grupo es un lugar de contención de alguna manera. Me tomó mucho tiempo decidir si seguir con un sonido similar o ir por otro lado. Grabé mucho para ver qué me gusta o qué me resuena, porque agarraba la guitarra y sonaba como Attaque. Y logré hallarme con más libertad, sin pensar tanto en lo que espera la gente que yo haga. Porque los seguidores de la banda esperan que vuelva, y es una posibilidad, puede suceder en algún momento. Pero Attaque 77 está ahí, tiene su identidad, y yo como solista tengo que permitirme explorar otros sonidos. Estoy entusiasmado por sacar un álbum muy pronto, todavía no tiene nombre porque eso siempre es lo último que aparece, cuando tengo todas las canciones y me doy cuenta de qué es exactamente. Pero estar ahí con mis instrumentos, mis discos, mis letras, es como meditar para mí.
¿Cómo ordenás tu colección de vinilos?
Por orden alfabético, aunque ahora me estoy decantando por género y por idioma. Tengo repartida mi colección entre las sierras de Córdoba donde yo vivo y Piriápolis, donde estamos instalados ahora. Es con lo que más me obsesiono, los discos y los casetes, porque también tengo mi colección de adolescente con unos destornilladores chiquititos para arreglarlos. Tengo miles de discos y aún así me doy cuenta si vos corrés uno de lugar. Soy ordenado en general, con todo. En el estudio de grabación no me gusta que estén los cables tirados, los instrumentos, cosas dando vueltas, entonces antes de ponerme a trabajar primero ordeno todo y después me puedo poner a trabajar en la música. Locuritas de cada uno. Pero escuchar música así es todo un ritual para mí, escuchar un disco de principio a fin... Spotify es una herramienta, pero no va a reemplazar nunca a estos formatos. No es escuchar una canción por la mitad, escucho una atrás de la otra tal como el artista te lo quiso mostrar, como si fuera un libro.
¿Existe la música de verdad?
Música es todo, pasa que uno resuena más con algunas cosas. Muchas veces me preguntan por las nuevas generaciones de artistas y es muy interesante lo que están haciendo. Cuando sos chico sos más rebelde, más loco y decís cosas acordes a tu edad. Entonces hay muchos artistas jóvenes que capaz que no me representa tanto su mensaje, pero sí me doy cuenta de que hay una búsqueda y que son talentosos. Por mencionarte unos, Catriel y Paco Amoroso, son jóvenes y son grandes músicos, que entendieron cosas y son divertidos. De acá a unos años se van a convertir en artistas enormes.
¿Qué fue lo último que escuchaste que te voló la cabeza?
Me está pasando últimamente que me vuela la música uruguaya. Paso más tiempo en Uruguay que en Argentina, entonces empecé a meterme mucho más y claro, me encontré con muchos artistas que son muy conocidos acá pero yo no los conocía tanto. Florencia Núñez, por ejemplo, tiene unas canciones hermosas y una linda producción, fina, divinos discos. La vengo escuchando mucho. La influencia que está teniendo la música uruguaya en mí y en Valeria para todo lo que estamos haciendo ahora es enorme. La primera canción que edité como solista fue una canción de Jaime Roos.
¿Tenés algún guilty pleasure?
A mí no me da ninguna vergüenza, pero últimamente me llevo mi propia almohada a las giras. Antes simplemente apoyaba la cabeza en donde fuera, incluso recuerdo haberme burlado de compañeros que lo hacían pero ahora se los reconozco. Ya no puedo apoyar la cabeza en ningún otro lugar que no sea mi almohada.
¿Qué libro estás leyendo?
Leo por etapas, por épocas, depende de las actividades que vaya a tener porque necesito tomarme cierto tiempo para eso. Ahora en Piriápolis he tenido más oportunidad de sentarme con un libro. Estoy leyendo Deja de ser tú, de Joe Dispenza, que se lo mostré a mi hija y me dijo que es un libro de autoayuda. Pero no es un libro de autoayuda, es un poco más que eso. Meditación desde una perspectiva científica, tiene que ver con física cuántica, que sé yo... Me lo prestaron en el momento justo. También me gusta leer algo de poesía, me dispara cosas para escribir. Y a mí se me da mejor lo musical que la escritura, escribir me parece más arriesgado, no sé. Mi hija es más experta en eso.
¿Qué conociste de vos en tu vínculo con tus hijos?
Ser padre es la cosa más rupturista de la vida. Tuve mis dos hijos más grandes siendo muy joven y mi hijo más chico un poco más grande. O yo creía que era grande, tenía 35 años, no era grande para nada. Mis hijos son mis maestros, lo único que hago es aprender de ellos. Te están dando lecciones todo el tiempo. Me acercan a otro tipo de música. Con mi hija tenemos nuestras charlas filosóficas existenciales que son muy lindas, muy profundas. Es una enseñanza misteriosa eso de ir creciendo juntos. Es raro, yo pestañeo y todavía los veo chiquitos. No me preocupa nada en la vida más que pensar en si están bien, que estén felices. Son el amor de mi vida. Yo con mi padre tenía una distancia en todo sentido que afortunadamente ellos no tienen conmigo.
¿Cuál es el plato que mejor te sale?
Después de algunos fracasos quedé marcado (ríe). Un día le dije a Valeria cuando recién estábamos juntos que tenía una receta buenísima, que le iba a gustar, y no me salió tan bien. Estaba haciendo como una especie de dieta depurativa, además de que soy vegetariano, y quise hacer unas berenjenas rellenas, con una especie de preparado tipo mayonesa que se hacía con papa. Algo raro, un invento que el paladar tradicional no necesitaba pero bueno. Se ve que le erré a las proporciones y algo que tenía que salir cremoso quedó lleno de grumos. Valeria me decía que estaba rico. Nunca más. Ella es más de la cocina, entonces cocinar no es algo que haga con frecuencia. Pero si estoy solo lo tengo que hacer. Lo que mejor me sale es la tortilla de papas y el omelette, que te tiene que salir bien cerradito y no es tan fácil, ¡¿eh?!
En tiempos en los que todos opinan de todo, ¿qué cosas te dan ganas de callar y cuáles de gritar más fuerte?
Es complicado esto. Si sos una persona medio sensible, te destruye la repercusión que a veces tienen las cosas; todavía sigo tratando de entenderlo un poco. Por naturaleza siento que me opongo a las redes sociales, no me llevo muy bien. Me gusta expresarme, me encanta generar contenido, pero con la lógica que me señalaba mi hijo: la gente quiere verte tocar la guitarra. Entonces me grabo tocando la guitarra, y lo subo, y me gusta. Pero todo lo demás que pasa no me es tan grato. Toda esa gente que como pasatiempo se pega una vuelta por los perfiles tirando odio... Para que eso no te afecte tenés que tener una sangre fría que yo no sé si tengo. Me ha pasado de estar en Piriápolis y justo el ojo se me va a ese único comentario. Ahí es cuando me paro y digo: ¿qué hago yo en este lugar tan hermoso conectando con una persona que desde quién sabe dónde está invirtiendo su tiempo en decirme algo tan feo? Estoy resolviendo eso. Estos tiempos son así. En una época se decía que el fin del mundo iba a llegar con una computadora y alguien que apretara un botón, y al final, nos dieron una computadora a cada uno. La vida real sigue siendo caminar por la calle.