También ella se sigue acostumbrando. “Escuchemos ahora las preguntas de los colegas”, dice en rueda de prensa con los periodistas colonienses, para enseguida corregirse entre risas: “Perdón, excolegas, todavía me cuesta”. En las charlas mano a mano, pregunta, escucha. Trata de acercar la distancia que, inevitablemente, provoca la fama. En el escenario habla pausado, no sube el volumen. Contrasta con su dupla, Alejandro Pacha Sánchez, experimentado legislador y emergente líder del sector de José Mujica, ducho en los discursos políticos, y quien se ha convertido en su compañero de ruta en el tramo final de la campaña hacia el 27 octubre.
Este jueves 3 es el turno de Colonia, un departamento esquivo para la izquierda. “Miren que de verdad es posible ganar”, anima Rodríguez en su discurso en el club Peñarol, y llama a ahuyentar los “cucos” que el oficialismo, preocupado, agita sobre el Frente Amplio. “¿¡Qué cuco van a agitar si el Frente Amplio fue el que logró la mayor consagración de derechos para nuestro país!?”, exclama. “Si les pregunto por los derechos consagrados en los últimos cinco años, ¿les sale alguno?”, interroga. ¡Sí!, replican unos pocos, confundidos con la consigna. ¡Noooo!, exclaman varios. “¡El derecho a ser pobres!”, grita alguien más. Rodríguez recoge el guante: “Los que eran pobres están más pobres y los que tenían tienen más. Eso es desigualdad”. Y cierra con el mensaje que ella y su partenaire repetirán una y otra vez a lo largo del día: “Ganar es posible, convenzan a sus vecinos, salgan a buscar a sus amigos aunque piensen distinto y digan que los acompañen por esta vez, no para siempre, por esta vez”.
“¡Quiero conseguir los votos para ganar en primera vuelta!”
Más desigualdad y menos recursos
El día empieza en Nueva Helvecia. Rodríguez lleva flores al monumento a la profesora y militante Nibia Sabalsagaray, torturada y asesinada en la dictadura. Era, para ella, una parada obligatoria. Los desaparecidos en dictadura son un tema presente en el discurso y la sensibilidad de la experiodista. Después irá al encuentro de la viuda de Omar Moreira, docente y amigo de Sabalsagaray. Horas después comentará a Búsqueda ese encuentro y su vínculo con la familia, conmovida.
Cuando pasan las 11 de la mañana, unas 30 personas aguardan con ansia su llegada al Comité de Base Enrique Silva, de Colonia Valdense. Mientras espera, un grupo comenta sus dudas sobre el plebiscito de la seguridad social, un parteaguas en el Frente Amplio. “Vos escuchás a (Óscar) Andrade y te convence”, comenta alguien. “Pero después escuchás la tertulia de (Emiliano) Cotelo y todos coinciden en que es un desastre”. El resto asiente. La llegada de Rodríguez se demora. Mezclados entre los que esperan están el senador Sánchez y el anfitrión de la jornada, el diputado del MPP por Colonia Nicolás Viera. De pronto un revuelo anuncia que finalmente llegó. “¡Vamos a hacer cola!”, propone alguien, en un intento de organizar las demandas de fotos que enseguida rodean a la comunicadora. “¡Vamo’ arriba con Subrayado!”, exclama una señora un poco desactualizada. “Me tengo que ir a trabajar pero quiero una foto”, comenta otra. Sánchez contempla el alboroto en torno a su colega y bromea: “Hace rato que estoy acá y nadie me da pelota”.
Los militantes se ordenan en semicírculo en torno a Rodríguez, que toma la palabra. “Yo más bien quiero escucharlos a ustedes”, les dice. Y recuerda que hace 35 años hizo un programa especial en Colonia Valdense, que sigue tan linda como antes. Una vecina concede que el pueblo “es divino” pero pide que no se invisibilicen los problemas que tiene. El empleado de una estación de servicio habla sobre las demoras para conseguir hora con un psiquiatra. Alguien más habla sobre la falta de cupos en los centros CAIF, en los comedores. Sobre los problemas que “antes no se veían”.
“Nos hemos convertido en un país muy desigual”, coincide Rodríguez, en un mensaje que se ha vuelto central en su discurso. “La gente durmiendo en la calle, comiendo de ollas populares. Los jóvenes dejando el sistema educativo”. Habla de la pobreza infantil, de la “crisis” del sistema de salud, de la falta de medicamentos en ASSE. Habla de la educación, de que la primera medida de la seguridad es la inclusión. De que los jóvenes tienen que ser rescatados de la delincuencia. Y pide a los militantes que salgan a conversar con los vecinos, especialmente en una comunidad donde la izquierda no es mayoría. “No es necesario coincidir en todo”, los anima. Basta con convencerlos de que, por esta vez, hay que darle la oportunidad al Frente Amplio. Advierte que los desafíos de un eventual gobierno de la izquierda serán muchos, y los recursos pocos. “¿Qué dinero va a haber? Sospechamos que poco y nada”. Pero aun así, las prioridades estarán claras, promete.
Tras una nueva ronda de imágenes, Rodríguez se despide y parte rumbo hacia el Comité de Base Nibia Sabalsagaray, en Nueva Helvecia. “¡Me saqué el gusto!”, celebra una militante que, recién al final de la charla, consiguió su foto y su autógrafo. Mientras, otro encara con poco optimismo la tarea que les dejó la comunicadora: “Salir a convencer a los indecisos yo ya me convencí de que no vale la pena. Te escuchan y te dicen sí, sí… pero después…”.
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Alejandro Sánchez y Blanca Rodríguez en el Comité de Base Nibia Sabalsagaray, en Nueva Helvecia
Ya en Nueva Helvecia se repiten las fotos, el revuelo y los mensajes: que hay que convencer a los indecisos, que el triunfo es posible y está cerca. Que no habrá plata pero sí habrá voluntad. Que el gobierno “despilfarró” los recursos que el Frente Amplio acumuló durante 15 años. Que el país no resiste cinco años más de un gobierno de la coalición republicana. Ante algunas decenas de militantes, Sánchez toma el micrófono y arranca con una advertencia: “Se viene un momento caliente de la campaña”. Las encuestas muestran al Frente Amplio con ventaja y al Partido Nacional cayendo “en picada”, dice. Por eso la estrategia del gobierno será “endurecer (el discurso) todo lo que se pueda” para “construir artificialmente” discusiones que hagan olvidar a la gente las ganas de un “cambio”, afirma.
“Lo que tenemos que hacer los frenteamplistas organizados es lograr que ese sentimiento de cambio se pueda canalizar en el apoyo a nuestra fórmula”, dice Sánchez, jefe de campaña del candidato Yamandú Orsi. Y menciona al presidente Luis Lacalle Pou y sus afirmaciones contrarias al plebiscito sobre la seguridad social: “Está esperando que le contestemos porque es la oportunidad que él tiene para entrar en la campaña”. “Nosotros”, sigue, “no tenemos que contestarle, tenemos que seguir hablando con nuestra gente, que es la que sabe que le ha ido muy mal”.
Y vuelve sobre los indecisos: “Se va a llenar de analistas diciendo lo que van a hacer los indecisos… los indecisos cambian su voto porque dialogan con sus amigos, compañeros de trabajo, de estudio, dialogan con sus pares y a partir de eso van definiendo”. Por eso, dice, la campaña no la va a ganar ni el jingle, ni los dirigentes, la van a ganar los frenteamplistas de pie que salgan a convencer a sus vecinos. Y para eso la militancia tiene que estar convencida de que la victoria es posible: “Quiero que sepan que el Frente está en mejores condiciones que en 2019 para ganar, pero lo que nos falta en estos 23 días es la convicción de que podemos ganar. Hay que salir a ganar la campaña porque es ganable. Está ahí”.
A su turno, Rodríguez —a quien el anfitrión José Manuel Arenas presenta como la “más importante incorporación del Frente Amplio en los últimos años”— machaca sobre los indecisos. “Esta sensación que tenemos de que las cosas no están bien no la tenemos solo nosotros, sino mucha gente a la que le cuesta dar el paso a este lado de la avenida”. Para que den el paso hay que ayudarlos, dice. Y la forma no es “cuestionándoles” a quién votaron antes, “es invitándolos a que por esta vez nos acompañen a nosotros”. En el público, un veterano muestra cierta confusión, y le pregunta al de al lado: “Si hay 13 por ciento de indecisos, ¿es mitad para uno y mitad para el otro? ¿Estamos bien entonces?”.
Pasado el mediodía la comitiva almuerza en el Comité para después continuar la gira con una visita a la fábrica de quesos Naturalia. Más tarde, Rodríguez y Viera visitan el Centro de Apoyo a Personas con Discapacidad de Juan Lacaze, donde escuchan los detalles de un proyecto para dar apoyo a padres y familiares que se ocupan del cuidado de personas con discapacidad. Aparece la periodista: Rodríguez pregunta, escucha, pide más información, se lleva una carpeta y promete estudiarla. El alcalde Arturo Bentancor —que se presenta como un “rara avis” del Partido Demócrata Cristiano— elogia el proyecto, que se financia con $ 55.000 mensuales del municipio y cuenta que, pese a las rispideces políticas en un departamento dominado por los blancos, tuvo el voto de todos los concejales.
Blancos como “hueso de bagual”, pero defraudados
“Esto es un campañón”, comenta una militante local a Búsqueda. En la plaza Joaquín Suárez de Tarariras hay entre 20 y 30 personas. El municipio, dominio del Partido Nacional, es un “terreno hostil” para la izquierda. “¡Acá son más blancos que hueso de bagual!”, exclaman sin vueltas desde el público ante el llamado del Pacha a que salgan a convencer votantes. “Arrimar a toda esta gente acá, en Tarariras, no sabés lo que es. Nos movimos y mandamos mensajes por todos lados”, continúa la dirigente. No es claro si la presencia de Blanca Rodríguez, una figura con la que el Frente Amplio aspira a atraer a indecisos o votantes coalicionistas desencantados, ayudó a arrimar gente “nueva”. “Los que estamos acá somos los que vamos al Comité”, dice, un poco resignada, mientras hace un paneo por la plaza.
Minutos antes, con un micrófono que por momentos fallaba y obligaba al público a amontonarse, la experiodista hablaba, una vez más, de los indecisos, de los esquivos a la izquierda. “Hay que ir a buscar a los que no se sienten frenteamplistas pero sí quieren mejorar el país”. “Somos pocos pero buenos”, insistirá, por su parte, Sánchez. “Estamos dando una pelea contra la resignación”, sigue. “Es importante que vayamos a buscar esos indecisos, que capaz no nos votaron pero saben que el salario no les alcanza, no tienen medicamentos en la policlínica y seguramente no están conformes. Tenemos que salir a buscar a ese que votó a los partidos tradicionales pero se siente defraudado porque le mintieron en la campaña”. Hizo proyecciones: “Hoy las encuestas nos dan 43-44%, ojalá lleguemos al 48 y si es posible al 50 para ganar en primera vuelta”. Aplausos. “Eso está en nuestras manos, en convencernos de que cada uno de nosotros puede conseguir un voto más. ¡Tenemos 23 días para hacer la gran hazaña!". Más aplausos, y llega el momento de la foto grupal. Se arrima un perro: “Que no venga Ojeda, que lo ve y se tira al suelo”, bromea Sánchez. Con el sol ya oculto, el grupo emprende ruta hacia el último destino del día, Colonia del Sacramento.
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Blanca Rodríguez en un encuentro en Tarariras
Con la agenda un poco atrasada, el diputado, el senador y la aspirante al Senado reciben a los periodistas de los medios locales en una rueda de prensa. De allí, al club Peñarol. Rodríguez se preocupa por el horario, por hacer esperar a los militantes. “Llegás vos y se olvidan de todo lo que esperaron”, la anima Viera. ¿Y las fotos? Van a demorar aún más el arranque del acto, se inquieta Rodríguez. “Es el toque humano. No te preocupes. Una vez que llegues no les va a importar”. Las fotos, igual, se guardan para el final.
Son las 10 de la noche. Las señales de cansancio son ya visibles. Tras varios minutos de fotos, Rodríguez trata de ponerle fin a la jornada. Camina rápido hacia la salida del club, junto a su encargada de prensa y excolega, Andrea Villaverde. Pero la detienen, una vez más, las fotos. Disimula el cansancio. Sonríe, paciente. Más fotos. Villaverde trata de darle un cierre a la demanda, que parece inagotable. La toma del brazo, y apura el paso. Está cansada, le comenta Búsqueda. Rodríguez asiente, y de inmediato la rodean para tomar nuevas fotografías. Entonces recupera la sonrisa y responde: “¡La gente me recarga de energía!”.