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    El escenario incierto, ideal para debatir

    El debate presidencial mueve poco lo la aguja, pero en la paridad que marcan las encuestas, eso puede ser clave

    Los debates presidenciales suelen tener impactos marginales en la opinión pública. Apenas mueven la aguja, dicen los expertos. Y cada bando se declara ganador al terminar, sin importar lo que pase.

    Joe Biden diría que esa es una conclusión apresurada. Su candidatura implosionó después de un debate con Donald Trump en el que todas sus debilidades quedaron expuestas. Visibles en vivo y reproducidas después por millones en redes y medios audiovisuales.

    El balotaje se acerca a gran velocidad sin que en las calles haya indicios sobre su inminencia. Quizás el debate presidencial que protagonizarán Yamandú Orsi y Álvaro Delgado este domingo alimente la conversación; o pasará como un evento más en una campaña escasa de instancias memorables.

    Soy Guillermo Draper y esta es la penúltima edición de Derrotero Electoral antes de la segunda vuelta. Hay debate, hay encuestas y todavía suficientes indecisos para que todo sea incierto. ¿Importará?

    Con muchas reglas

    El 1 de octubre de 2019, Luis Lacalle Pou y Daniel Martínez protagonizaron el primer debate presidencial en décadas. La instancia fue anterior a las elecciones nacionales, pero estaba claro que los dos serían los candidatos que pasarían al inminente balotaje.

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    Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou durante el debate de candidatos presidenciables

    Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou durante el debate de candidatos presidenciables

    Búsqueda tuvo un rol importante en la génesis de ese debate. Tarea complicada, te lo aseguro. Participé en muchas reuniones de negociación acompañando a Andrés Danza y los acuerdos fueron difíciles de conseguir. Quizás por eso no fue el mejor producto.

    Aunque, de todos modos, lo considero un gran aporte. Otra vez: no había debates desde 1994 y logramos romper el hielo.

    El debate de este domingo, en términos de reglas, no mejoró demasiado. Rompimos el hielo, sí, pero nadie se animó a quitar la escarcha todavía.

    El año pasado, en Desayunos Búsqueda entrevistamos a Alejandro Borensztein, columnista de Clarín y, como miembro de la ONG Argentina Debate, encargado de organizar los debates presidenciales que se desarrollaron en su país.

    Borensztein hizo hincapié en el desafío que supone no transformar los debates en “shows televisivos­” y se mostró comprometido con lo que considera “un acto institucional”. Y aún así logran algo atractivo en términos televisivos y de interés público, porque los candidatos tienen chance de interactuar. Siempre estará en manos de los protagonistas la seriedad y profundidad de sus planteos.

    No todos están de acuerdo con la necesidad de los debates. Para esta edición de Derrotero Electoral conversé con el publicista Francisco Vernazza, asesor en campañas políticas de diverso pelo desde que hizo la del Frente Amplio en 1971.

    No está a favor de los debates obligatorios. Forzar esa instancia es “una bobada” porque “ignora el hecho de que tu desempeño tiene poco que ver con tu actitud para gobernar”, opina. Favorece “al que tiene más capacidad histriónica”.

    Si los debates no tienen efectos electorales, “mucho mejor”, sentencia Vernazza.

    El posible impacto

    Colorados y frentistas señalan logro parcial en el debate, pero se atribuyen la victoria.

    Ese fue el titular de la edición del 10 de noviembre de 1994 en Búsqueda, publicada días después del debate entre Julio María Sanguinetti y Tabaré Vázquez. La nota tenía declaraciones de Liber Seregni, quien destacaba que el frenteamplista seguro captaría votos de indecisos, mientras que el dirigente forista Hugo Fernández Faingold aseguró: “La polémica salió tres a uno a favor de Sanguinetti”.

    Volví a ver fragmentos de aquel intercambio antes de sentarme a escribirte y no tengo un veredicto. Las urnas hablaron más tarde y Sanguinetti asumió la presidencia por segunda vez, aunque es imposible saber qué impacto, si es que existió, tuvo el debate.

    Tres investigadores de la Universidad Católica, Eliana Álvarez, Rafael Piñeiro, Rosario Queirolo, intentaron medir el impacto del primer debate presidencial de 2019. Hicieron una encuesta antes del evento a 1.441 personas y luego a 579 de ellos, que aceptaron participar en esa segunda consulta. No era una muestra representativa, pero les dio datos interesantes para el objetivo que perseguían.

    Su conclusión principal es que “no produjo un cambio de preferencias significativo, sino que mayormente reforzó las preferencias ya existentes”. El debate “fue mayormente inocuo para los debatientes, ni perdieron ni ganaron muchos votos, lo cual es coincidente con gran parte de la investigación existente sobre los efectos de los debates en otras partes del mundo”, dice el artículo que publicaron en Razones y personas en noviembre del 2019.

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    Todo es un poco más complejo. Añaden a continuación que “los debates pueden no tener impacto en las decisiones de voto, pero sí en la imagen, percepciones y opiniones que los ciudadanos construyen sobre los candidatos, las cuales luego pueden o no tener impacto en el voto”.

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    ¿Todo esto quiere decir que el debate del domingo no aportará nada? La respuesta es que no.

    Son escenarios que esconden riesgos para los candidatos. El caso de Biden que te mencioné al comienzo es un extremo, pero un error puede costar caro. Incluso entre quienes no vieron el debate. Un video de 15 segundos con una pifia de un candidato puede alcanzar a más audiencia que el evento en vivo.

    Al igual que en el resto de las campañas, como te escribí algunas ediciones atrás, la mejor actuación en los debates es la que tiene menos errores.

    Los investigadores de la UCU recuerdan en su artículo que “el efecto sí es importante entre los indecisos, entre los votantes sin identificación partidaria, y sobre todo entre aquellos que están poco interesados en política y no siguen la campaña política, pero que sí miran los debates televisivos por ser eventos altamente publicitados. En particular, los efectos pueden verse en la valoración de las virtudes y defectos de cada candidato”.

    Eso que escribieron en 2019 tiene desafíos extras ahora. Las distintas redes y plataformas, y la cantidad interminable de “creadores de contenido” vuelven feroz la competencia por “la atención” de las personas. Capaz que este debate le da a la política una herramienta para esa batalla en los días que quedan.

    Las encuestas y un final de infarto

    El debate de este domingo ocurrirá a una semana del balotaje y en un marco de incertidumbre. Las encuestas reflejan escenarios que muestran a Yamandú Orsi con una pequeña ventaja sobre Álvaro Delgado, pero dentro del margen de error del instrumento de medición. Parece que vamos a una definición de infarto.

    Por si no las viste estos días, te dejo los resultados de las últimas encuestas.

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    Todas dejan espacio para cambios en la orientación de los ciudadanos que le dan el triunfo a uno u otro candidato.

    El caso de Factum me parece interesante. Previo a las elecciones nacionales del 27 de octubre, presentaba sus encuestas sin indecisos. A partir de una serie de preguntas, proyectaba qué votarían.

    En la encuesta que presentó el jueves sí hay indecisos. Su director, Eduardo Bottinelli, me explicó que tomaron la decisión “teniendo en cuenta que el escenario es muy parejo” y que “en contiendas binarias es más compleja la profundización para estimar el voto”. Además, el efecto que produce “estimar para un lado o para el otro” es muy distinto en elecciones múltiples que en “un escenario binario”. En otras palabras: los que recibe uno los pierde el otro; lo que afecta mucho el resultado.

    Esta incertidumbre da al debate un condimento especial. Porque si bien no mueven mucho la aguja, con que sea un poquito, la elección puede cambiar. Sobre todo con la cantidad de indecisos en la vuelta.

    La mayoría silenciosa

    Vernazza me dijo que es un “creyente devoto” de las encuestas y que todas marcan una tendencia favorable a Orsi. “Excepto que haya un movimiento por abajo que las encuestas no han podido identificar”, el frenteamplista es favorito.

    Por eso estima que Orsi debería jugar al “empate”, mientras que Delgado sería quien necesita desplegar una estrategia más agresiva. Duda que el candidato blanco lo haga.

    En su opinión, tiene que suceder algo “muy espectacular” para que cambien las cosas.

    El oficialismo entiende que ese “movimiento por abajo” existe. Delgado insistió en los últimos días con la idea de una “mayoría silenciosa” que le dará el triunfo. Las urnas darán la razón a unos u otros.

    Aunque ya te escribí que no estoy de acuerdo con que ahora pueda haber una “mayoría silenciosa”, porque más del 80% de las personas ya optaron por uno u otro, quería decir una sola cosa sobre el concepto.

    David Runciman, a quien cité ya dos veces en Derrotero Electoral, dedicó la edición de su podcast Past Present Future a la idea de la “mayoría silenciosa”. El episodio se publicó justo cuando te estaba escribiendo.

    El uso común en el siglo XIX de esa frase no era político. Era para referirse a los muertos. “La idea era que la gente iba a unirse a la mayoría silenciosa, porque la mayoría de los seres humanos que alguna vez vivieron ahora están en silencio”, dice el académico británico.

    Aquí estamos, viviendo nuestra vida en la Tierra, es todo ruido, es todo frenético. Pero para todos nosotros, llegará un punto donde simplemente nos vamos, nos unimos a la mayoría silenciosa. Y ese silencio es real.

    Me interesa conocer tu mirada sobre el debate, si es que lo mirás. Si querés enviarme tus comentarios, sugerencias o críticas, escribime a [email protected]. Te invito a suscribirte a Búsqueda, tu apoyo es fundamental para que sigamos aportando a la discusión pública productos como esta newsletter. Aquí está el linka los planes de suscripción.

    Antes de dejarte, van las recomendaciones habituales

    Esta mirada de la campaña se alimenta, en parte, del trabajo que desarrolla el equipo de Búsqueda sobre el proceso electoral. Leonel García escribió sobre los colorados, cuyos votantes Delgado necesita retener al máximo para tener chance de ganar. Federico Castillo estuvo en Buenos Aires para ver a los socios de la coalición republicana intentar recoger votos en Argentina.

    Quizás viste en tu correo el miércoles de tarde que enviamos una newsletter con notas especiales sobre las elecciones de 1984. Las publicamos un poco antes del cuadragésimo aniversario para separarlas del balotaje. Las encontrás aquí.