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    Valeria Ripoll: era necesaria “una persona de carne y hueso en la fórmula”, que viva “como el resto de la gente”

    La candidata a vice del Partido Nacional defiende su postulación y marca su perfil combativo contra el Frente Amplio: “Yamandú Orsi no es líder, es un tipo bonachón, simpático, pero por ser buen tipo no va a ser buen presidente”

    Valeria Ripoll avisa que llegará unos minutos tarde a la entrevista, pero al poco rato, en el medio de la conversación aparecerá así como el pasar una suerte de excusa: se levantó bien temprano, despertó a sus hijos, les hizo las viandas para la escuela y el liceo. Se nota el trajín. La candidata a vicepresidenta por el Partido Nacional insiste en que además de estar en plena campaña política, es madre. Y que este rol convive y convivirá en su actividad partidaria. Entiende que ese compromiso social es el que fue a buscar Álvaro Delgado y lo defiende como una “mujer trabajadora, que vive de su salario y que tiene los mismos problemas que tiene la gente”.

    A menos de 20 días de las elecciones, Ripoll cree que logró bajar las resistencias internas sobre su candidatura y que superó los archivos de su pasado sindical. Carga duro contra sus excompañeros: “Estamos acostumbrados a malos dirigentes sindicales y a los que están de los dos lados del mostrador”, dice. “En el movimiento sindical muchas veces se quiere mostrar una cosa, pero puertas adentro es completamente machista”, agrega sobre la cuestión de género. Y asume el perfil más confrontativo de la fórmula con dardos permanentes al partido que la tuvo como militante. “Me sorprende ir a los asentamientos y ver banderas del Frente Amplio”, señala. “Me interesa particularmente saber por qué. ´A ver, ¿explicame por qué? Vos vivís en estas condiciones, pisás las aguas servidas, tus calles son barro, la Intendencia se olvidó de vos y vos seguís votando al Frente Amplio´”.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda

    —Una cosa fueron los primeros días, que fueron más de conocer a los que no habíamos militado juntos, a los dirigentes que apoyaban otras precandidaturas, y de recorrer algunos medios con Álvaro, donde se planteó que entendía la sorpresa, que era totalmente respetable que hubiera gente que no estuviera de acuerdo y que esperaban otra persona. Pero eso fue una cuestión de las dos primeras semanas.

    —O sea que fueron dos semanas para explicar la fórmula y conocer a otros dirigentes blancos.

    —A conocer a los que me faltaba tener esa cercanía. Porque más allá de haber venido al partido hacía un año no habíamos tenido quizás esa oportunidad de compartir como con quién recorrés todo el país. Y así fue que empecé a ir a actos, plenarios, y creo que fue cuestión de las dos primeras semanas a la interna. Capaz después en los medios se podía estar hablando y me llamó la atención que estuvo durante semanas el tema arriba de la mesa, pero nosotros ya estábamos enfocados en la campaña. Y la verdad es que fue un proceso muy natural, a pesar de lo disruptiva que fue la decisión. Empezamos a conversar muchos más, se sacaron las dudas de cómo fue mi proceso, lo que me había pasado durante todos esos años que yo me fui de la política.

    —¿Y cómo fue enfrentarse a su propio archivo, a su militancia anterior en el Partido Comunista, a su pasado sindical, algo que fue emergiendo en esas semanas?

    —Dos cosas: lo primero es que sabía que iba a suceder, porque forma parte de mí. Y después, que me pareció lo mejor, es que tuve la oportunidad de poner arriba de la mesa cómo la gente cree que es buen dirigente sindical, que es justamente todo lo contrario de lo que es un buen dirigente sindical.

    —¿Cómo es eso?

    —Porque la gente se acostumbró a que los dirigentes del PIT-CNT hablen y den su posición personal y nunca discutan con su colectivo. Jamás toman una decisión que sea discutida, procesada, y que después lo que digan públicamente sea lo que resolvió su sindicato. Y en realidad en Adeom pasa diferente. A mí me pasaba diferente. Yo tenía claro que a mí la prensa me iba a buscar para preguntarme qué pensaba Adeom, no que pensaba Valeria Ripoll. Y Valeria Ripoll era la secretaria general de Adeom y entonces muchas cosas tenían que ver con definiciones del sindicato que se procesaban a la interna...

    —¿Pero que no la representaban a usted?

    —Que no tenían que ver con mi posición. La última, por ejemplo, es la de la reforma de seguridad social. Adeom fue uno de los sindicatos que votó a favor de firmar por el plebiscito. Yo no estaba de acuerdo, pero en la interna de Adeom perdí la discusión. Y después que se resolvió, Valeria tenía que salir a defender lo que decía Adeom, no lo que pensaba Valeria. No existe que vos estés aclarando lo que vos pensás personalmente. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a un Marcelo Abdala que va a Venezuela y dice “en nombre de todos los trabajadores yo vengo a representar al pueblo uruguayo y a defender la revolución bolivariana” y no sé qué. ¿Y dónde lo discutió? ¿Cuándo el PIT-CNT había resuelto esto? Nunca. Entonces estamos acostumbrados a malos dirigentes sindicales. Y esto de que me pusieran distintos archivos me sirvió para decir “sí, esto lo resolvió Adeom”, “en esto estaba de acuerdo, en esto no estaba de acuerdo”.

    —¿No es un poco ingrata entonces la tarea del dirigente sindical, la de defender con vehemencia algo que no siente o no lo representa?

    —Y es lo que a veces te toca, lamentablemente. Cuando vos tomás la responsabilidad, ya sabés que no te representás a vos mismo. Vos representás a un colectivo que tiene una asamblea y decide. A veces tu posición gana, como me pasó la mayoría de las veces. Pero algunas discusiones me tocó perder. Y en otras estaba convencida que las cosas eran de otra forma. Me pasó con la LUC (Ley de Urgente Consideración). Los informes técnicos del Cuesta Duarte mostraban un panorama terrible y la realidad es que hoy, después de aplicada la LUC, nada de eso pasó. Y de la misma forma que yo dije “me equivoqué en su momento con la LUC”, deberían decirlo todos. Pero no pasa. No estamos acostumbrados a asumir que no somos “todólogos” como dirigentes sindicales y deberíamos decir que nos equivocamos. Si no se privatizó la educación, si no hubo desalojo express, si no hubo gatillo fácil, todos deberíamos decir que nos equivocamos.

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    —¿Y ahora en la política encontró un lugar donde puede defender sus propias ideas e intereses?

    —Cuando tomé la decisión de volver a la política y en el Partido Nacional, hubo dos cosas que le pedí a Álvaro como fundamentales. La primera era poder terminar el proceso en Adeom para irme antes de anunciar el pase a la política. Yo no estoy de acuerdo con estar en un lado y en el otro. Forma parte de mi manera de ver la actividad sindical. No comparto nada de lo que está pasando hoy, que la mayoría está de los dos lados del mostrador en el Frente Amplio. Y lo otro que le pedí es que yo quería trabajar en los temas que estaba militando en lo social: discapacidad, políticas sociales, adicciones.

    —Pero después su escenario cambió, porque su figura adquirió otra relevancia. ¿Cómo se para ahora como candidata a vice, cuáles son sus propuestas, qué ideas defiende, en qué enfatiza?

    —Yo te diría que mi campaña se centra muchísimo en la zona metropolitana: ferias, asentamientos, barrios, instituciones sociales. Voy a lo que soy. Y tiene que ver también con que al Partido Nacional capaz que le cuesta un poco más ese territorio. No es lo mismo los departamentos del interior, donde hace muchos años hay muchas gestiones municipales del partido y hay una militancia bien de cercanía.

    —Usted a ese terreno metropolitano ya lo conocía como dirigente sindical, ¿cómo la ven ahora los vecinos llegando como candidata a vicepresidenta por el Partido Nacional?

    —Creo que la gente se sorprende muchísimo. No están acostumbrada a recorridas caminando de los que son candidatos. Se sorprenden y hay un montón de cosas que quieren decirte, cosas que viven, que necesitan. Ir a los asentamientos en Montevideo es deprimente. Después de tantos años y en un departamento que ingresa tanto dinero... y ves que la gente está de la misma manera, sigue sin calles, sigue sin saneamiento, se les sigue inundando la casa. Y vos decís “¿dónde está la Intendencia?”. Sí, te hacen planteos de seguridad o cosas que tienen que ver con el gobierno nacional, pero la mayoría de los problemas son de la Intendencia. Y en Canelones pasa lo mismo. No se movió nada en décadas. Y lo que más me sorprende es ir a los asentamientos y ver banderas del Frente Amplio. Yo le golpeo la puerta al que tiene la bandera del Frente Amplio. Me interesa particularmente saber por qué. “A ver, ¿explicame por qué? Vos vivís en estas condiciones, pisás las aguas servidas, tus calles son barro, la Intendencia se olvidó de vos y vos seguís votando al Frente Amplio”.

    —¿Y qué le responden?

    —Hay gente que te dice que toda la familia vota al Frente Amplio, una costumbre familiar. Y lo que me molestó mucho fue enterarme que van militantes frenteamplistas y le dicen que la UTE se la trajo la Intendencia, acciones que son del gobierno. Me pasó ayer en el barrio Maracaná, que le decían a la gente que el Plan Avanzar es de la Intendencia. Me indigna.

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    Valeria Ripoll durante el recorrido por el barrio Paso Molino en Montevideo, setiembre 2024.

    Valeria Ripoll durante el recorrido por el barrio Paso Molino en Montevideo, setiembre 2024.

    —¿Y esos reclamos que se lleva en sus recorridas como lo traduce en propuestas concretas?

    —La universalización de las escuelas de tiempo completo a tiempo extendido y la extensión horaria de los Caif (Centros de Atención a la Infancia y a la Familia) para que las familias más vulnerables puedan trabajar, por ejemplo. Hay muchas madres solas con los gurises y si le das la chance de que sus hijos estén ocho horas en la escuela y el Caif, va a haber más oportunidades de trabajo, más allá de las políticas sociales de apoyo. El próximo gobierno tiene que seguir con el Plan Avanzar, va a ser fundamental para los asentamientos que quedan. Las políticas de trabajo focalizadas en los jóvenes y especialmente en las mujeres.

    —¿Cómo se lleva con el feminismo?

    —Yo me considero feminista.

    —Hay quienes dicen que no se puede ser feminista y de derecha.

    —Yo no me considero de derecha. Esa es la primera cosa. Creo que la mayoría de la población hoy no es ni de izquierda ni de derecha y está en ese centro del espectro político. Por suerte la política cambió.

    —Se considera feminista, entonces.

    —Me considero feminista. Y también entiendo que hay muchos tipos de feminismos. Yo, que vengo del movimiento sindical, tengo claro que todavía las mujeres no estamos en una situación de equidad con los hombres. A nosotras nos cuesta mucho más llegar, somos continuamente probadas, todo el tiempo tenemos que estar demostrando que somos capaces. Ni que hablar cuando hay embarazos, maternidad. Y no te pasa solo en la política, te pasa en cualquier trabajo. Al momento de decidir un cargo jerárquico pesa muchísimo si la mujer tiene hijos chicos que cuidar o no. Y eso no está bien. No está bien porque todavía no estamos en una situación de paridad en los cuidados, y ni que hablar en las mujeres solas. Hay luchas para dar desde el feminismo todavía y que tienen que ver con esto. En el movimiento sindical muchas veces se quiere mostrar una cosa, pero puertas adentro es completamente machista. No tiene un funcionamiento amigable con la familia. Yo tuve que hacer mi sindicato amigable para que mis hijos pudieran ir conmigo allí. Y ahí se les abrió la posibilidad a otras. Pero es difícil compatibilizar ser mujer y mamá con tu trabajo o actividad. Ni que hablar con la política. ¿Alguien piensa en las que son madres y legisladoras? Hay interpelaciones que duran hasta la madrugada, ¿dónde están los hijos? ¿Hay algún lugar en el Palacio Legislativo donde los puedan llevar para que se los cuiden? Son cosas que capaz otros no las piensan y yo lo planteo con una mirada de mujer y madre que mañana me pasaría.

    —¿Esa es una bandera que va a arriar si es vicepresidenta?

    —A ver, se va a dar en un proceso natural. Porque yo pienso llevar a mis hijos. Cuando tenga jornadas largas, iré a buscar a mi hija más chica a la escuela y mi hija va a estar conmigo. Yo no dejo de ser madre ni ninguno de mis roles. En cualquier actividad siempre mis hijos van a ser lo más importante. Son preocupaciones que tengo. Sí me considero feminista en esto, en que las mujeres siguen siendo víctimas de violencia de género. Hay que ver qué va a pasar con la ley, hay muchas modificaciones planteadas, hay que entender también a los que piden modificaciones y están viviendo situaciones de injusticia en muchos casos. Hay que tener mente abierta. El feminismo no es esas que dicen “muerte al hombre” y tiran bombas a la Iglesia. Hay muchas formas de feminismo y todas las practicamos de una forma diferente.

    —¿Y siente ninguneo por ser mujer dentro del sistema político y social? Me refiero a un caso concreto: durante su visita a Buenos Aires con la fórmula presidencial, donde le pidieron que se corra de una foto con los empresarios.

    —Yo pensaba en lo que dijo Yamandú Orsi en su discurso en Argentina. Y qué distintos somos a los argentinos. Con todo respeto. Quien estaba organizando la actividad era una señora y se pensó que yo era la esposa de Álvaro, y la esposa de Álvaro estaba al lado mío. Primero que eran muchísimos hombres, las mujeres eran la excepción en ese ámbito. Eso acá no pasa tanto, acá hay más mujeres empresarias o en representación de las empresas en estos eventos. Pero la señora me quiso correr porque no sabía que era la candidata a vicepresidenta. Tengo que decir que en Uruguay estamos más avanzados. Acá hay un reconocimiento y un respeto a quienes son los candidatos.

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    Laura Raffo, Valeria Ripoll y Luis Alberto Heber durante el Congreso Nacional del Herrerismo, julio 2024.

    Laura Raffo, Valeria Ripoll y Luis Alberto Heber durante el Congreso Nacional del Herrerismo, julio 2024.

    —¿A menos de 20 días para las elecciones, siente que logró bajar las resistencias iniciales de algunos de sus compañeros de partido?

    —Creo que sí. Algunas cosas que veo en las redes no son de usuarios reales. Veo algunos que dicen “fui blanco toda la vida y ahora no voto a fulanita” y cuando entro, porque me interesa saber por qué, veo que tienen un seguidor, que no son reales. Mi mejor encuesta y mi mejor termómetro es estar en la calle.

    —¿Y con los compañeros que al inicio quedaron molestos con la elección de su nombre como vice?

    —El mejor ejemplo es (Sebastián) Da Silva. Su reacción fue entendible, yo nunca había ido a Masoller, hay mucho blanco de toda la vida que tiene esa simbología tatuada. Y después que fui a Masoller, hemos tenido charlas, entendió mucho más de dónde vengo, qué es lo que hacía. Y en él te puedo ejemplificar el cambio. ¿Qué partido puede sobrevivir si no abre sus puertas? Muchos entendieron que fue una apertura necesaria.

    —¿Hay algo estratégico en que su rol sea el del discurso más duro contra los candidatos del Frente Amplio?

    —Es mi perfil. Yo soy muy de cuestionar lo que me parece que está mal. Y no me gusta cómo se está llevando adelante esta campaña, que le mienten a la gente, que el 13 de octubre va a haber una jornada de militancia para mentirle a la gente. Yo lo viví en la elección anterior, no me lo contaron. Eran mis compañeros los que lo hacían. No hay que dejar mentir, se puede hacer una campaña honesta, de propuestas. El problema es que el Frente Amplio hoy está en su peor versión. Es muy peligroso que gane el Frente, porque no está Tabaré Vázquez, no está Danilo Astori, porque no va a mandar el presidente. Porque Yamandú Orsi no es líder, es un tipo bonachón, simpático, pero por ser buen tipo no va a ser buen presidente. Yamandú no sabe de otra cosa que llevar adelante una gestión departamental. Y mal. Fue un mal intendente. Se enorgullece paseando a su perro entre pozos. Una gestión en la que estuvo 20 años. Carolina Cosse fue pésima intendenta. Prometió un montón de cosas. Y le creímos. Pensé que nada podía ser peor que Daniel Martínez, pero los dos lo superaron: ella como intendenta y Orsi como candidato. Se esconden. No se enfrentan a un debate. No presentan un programa, no toman posiciones en los temas centrales para el país. Te das cuenta quiénes mandan cuando pasa a esto. Le quebraron el brazo hasta a (Gabriel) Odonne, que tuvo que salir a desdecirse de lo que realmente piensa. No puede ser que la campaña electoral sea en base a la nada.

    —¿Cree que si el resultado no es el esperado habrá un pase de facturas interno por la elección de la fórmula presidencial?

    —No lo he pensado con profundidad. Creo que realmente fue una buena decisión de Álvaro, no por Valeria sino por lo que representa Valeria. El sistema político necesitaba ver una persona de carne y hueso en la fórmula: una mujer, trabajadora, vivo de mi salario, tengo los mismos problemas que tiene la gente, tengo hijos, tengo una situación de discapacidad en mi familia. Me han cuestionado por tener deudas, bienvenidos al mundo real, todos los trabajadores tenemos préstamos. Es la vida misma. Y por primera vez tenemos la oportunidad de que alguien pueda ser la voz de los que no tienen voz donde se toman las decisiones. El partido, según el resultado, evaluará después los motivos. Pero la fórmula es correcta porque es complementaria. Álvaro es el político que gestionó, que estuvo en lugares de responsabilidad, que estuvo al lado del presidente. Y por el otro lado el ciudadano que vive como el resto de la gente. Yo siento esa gran responsabilidad. La gente siente que está hablando con un igual, ¿a cuántos políticos les pasa?