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    Virginia Cáceres: el último período profundizó el “agotamiento” de la gestión frenteamplista en Montevideo

    La candidata colorada de la Coalición Republicana a la Intendencia de Montevideo quiere incluir trenes en el sistema de transporte público y descentralizar la recolección de residuos

    La abogada Virginia Cáceres milita en el Partido Colorado desde los 15 años. Fue cuando se vino de su Rivera natal a la capital a cursar tercero de liceo. A sus 41, se convirtió en la primera mujer que el lema postula para la Intendencia de Montevideo (IM), aunque lo sea bajo el paraguas de la Coalición Republicana (CR).

    En noviembre de 2023 se había convertido también en la primera mujer en presidir el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), cargo al que debió renunciar para aceptar la postulación. Pese a ese antecedente y su trayectoria partidaria, sabe que uno de sus desafíos consiste en hacerse conocer por el electorado en este camino hacia las elecciones departamentales del domingo 11 de mayo.

    No parte cómoda, también sabe, aunque dice que no le preocupa: la elección del aporte colorado a la CR para Montevideo fue difícil y engorrosa, sobre todo si se compara con el del nacionalista Martín Lema, amplio favorito en la interna. Aun así, asegura que su intención no es “arrimarle votos a nadie”, sino “cambiar Montevideo” con los “principios y valores” de su partido. Más allá de un fuerte énfasis en limpieza, tránsito, turismo y cultura, sobre todo, aspira a sacar a la gente de su “inercia” para ponerle fin a un proyecto “que ya no los identifica”, refiriéndose a los 35 años de gobierno departamental del Frente Amplio, cuyo “agotamiento” se profundizó en estos últimos cinco años.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista que Cáceres mantuvo con Búsqueda.

    —Usted se considera feminista. El Partido Colorado fue pionero en esa causa, pero ahora no parece que porte esa bandera.

    —Lo soy. La lucha por lugares no involucra a un solo partido. Queda mucho por seguir trabajando, sobre todo en el espacio político. Hay mucho por recuperar de esas viejas banderas, que siguen estando en el Partido Colorado, pero no tan presentes por la presencia disminuida de los últimos tiempos. Recién lo estamos reactivando. Muchas personas estamos poniendo estos temas arriba de la mesa, yo soy una.

    —¿Cómo va a ser su campaña, colorada o coalicionista?

    —Somos tres candidatos en la CR, cada uno con su perfil. Vamos a tener propuestas propias y poner énfasis en aquellos temas que a nosotros nos parecen importantes, con nuestras soluciones y alternativas. Nosotros iremos presentando propuestas en estos tres meses. Pero, más allá de la simpatía política que se tenga, yo creo que los montevideanos estamos como en un estado de inercia. Nos acostumbramos a transitar por una ciudad a la que queremos, pero no nos gusta; no estamos conformes con la limpieza, el tránsito y la lentitud para movilizarse, pero lo aceptamos y toleramos pasivamente. Lo primero que hay que hacer es invitar al montevideano a salir de eso, que, si no está conforme, escuche otras propuestas y apueste por ellas.

    —¿Van a recorrer los barrios periféricos, los más carenciados? Da la sensación de que los partidos de la CR han tirado la toalla ahí.

    —La estrategia es recorrer todo el departamento, escuchar a los vecinos y, a partir de allí, ver qué problemas tienen, más allá de los que identifiquemos nosotros. El partido en estos cinco años ha hecho un trabajo territorial bien interesante con los clubes zonales, hay gente con mucho conocimiento de cada realidad. Además, es lo que más me gusta hacer: recorrer, charlar con la gente y conocer distintas realidades.

    —Sobre esa inercia, ¿usted piensa que la coalición puede ganar Montevideo?

    —Estoy convencida de que es posible. Si hay un proyecto político que está hace 35 años en la ciudad y que alcanza con conversar un poquito con cualquier montevideano para darse cuenta de que no están conformes, que están cansados, que ese proyecto ya no los identifica ni motiva, ¿cómo no va a ser posible?

    —¿Y piensa que su partido puede ganar la interna de la coalición?

    —Es difícil, obviamente, los números de la última elección lo muestran. Pero en política no hay nada imposible cuando se trata de generar proyectos y estar convencidos de ellos. En esto hay que tener humildad, convicción y pasión. Sin eso, y sin una cuota de utopía, no tendría sentido embarcarse en este desafío.

    —¿Dónde están los principales problemas de Montevideo?

    —El tema limpieza nos superó por completo, rompe los ojos. La decisión de retirar las papeleras de la ciudad no la entiendo, carece de lógica y sentido común. Se dijo que era un cambio de paradigma, de transformar desde lo cultural; bueno, si fue así, claramente no dio ningún tipo de resultados: la ciudad cada vez está más sucia. Desde la gestión hay que atender el sistema de recolección de residuos, los contenedores y sus entornos están absolutamente desbordados de basura. Las autoridades dicen que eso se debe a los hurgadores y a que los montevideanos estamos consumiendo más. ¿No habrá un poquito de responsabilidad en la propia gestión? Espero algo más de quienes están al frente. Yo creo mucho en la descentralización, los municipios tienen un rol fundamental porque cada barrio tiene una dinámica y una realidad distintas. La solución debe venir desde lo territorial y su ejecución y gestión debe estar descentralizada, con la intendencia como rectora.

    —¿Y en el tránsito?

    —La ciudad está absolutamente colapsada. Cada vez hay más autos particulares y la gente los usa porque el sistema de transporte público no funciona como debería. Hay que apostar a uno nuevo que incluya un tren. Está la propuesta de hace tiempo de conectar Montevideo con El Pinar, que ya no podemos seguir postergando más. Hay que empezar a pensar en otras alternativas de conexión hacia La Paz, Las Piedras y San José, donde cada vez vive más gente y viene a Montevideo a trabajar.

    —¿Y alguna medida más cortoplacista?

    —Mejorar las líneas de ómnibus, su trazado, habilitar en determinados horarios el carril “solo bus” para los autos o cambiar el sentido de algunas vías. Por ejemplo, para agilizar la rambla a la hora que se sale de Montevideo, quizá sea importante habilitar más carriles en ese sentido. Eso tiene que ver con una planificación clara para que no pase lo que pasa ahora, que asume una administración y hace una ciclovía.

    —¿Qué opinión le merece la ciclovía?

    —No digo que esté mal, pero es el emblema de la falta de planificación. Podría decir que es un horror, pero no tengo datos para decirlo: no se sabe cuántos la usan, cuántos accidentes generó, cómo aumentó la circulación en las paralelas, ¡no hay estudios! Ahora, si se buscaba que los montevideanos eligieran a la bicicleta en detrimento de los vehículos particulares, eso no pasó. No podemos seguir teniendo improntas personales en la gestión y que cada vez que asuma un intendente traiga su propio proyecto que no tenga lógica ni sentido de futuro.

    —¿Otro eje?

    —Tiene que haber una apuesta muy grande al turismo. Montevideo tiene todas las condiciones para transformarse en una sede de congresos a nivel mundial. Hay buena hotelería y buenos espacios. Y de ahí revivir todo lo cultural: circuitos turísticos con el candombe, el fútbol, las artes plásticas, castillos como el Idiarte Borda, quintas como las de Batlle...

    —¿Eso no está explotado? Montevideo sigue siendo el principal destino turístico en Uruguay.

    —Falta explotarlo más con el sentido de los congresos, que generan derrame de ingresos.

    Virginia Cáceres

    —Vamos a lo político, ¿cómo se procesó su candidatura? Su nombre sonó entre otros al principio, se silenció y luego volvió.

    —Es verdad. Hay procesos más largos y más cortos. En mi caso, todos los líderes del partido acordaron antes de hacerme la propuesta formal recién el lunes (3).

    —¿Qué condiciones pidió? ¿Respaldo de todos? ¿Financiación?

    —Que fuera una candidatura de consenso no era un dato menor. Financiación, por supuesto. Es imposible hacer una campaña sin eso. Y, después, otros aspectos que tienen que ver con el armado y con el diseño de la estrategia electoral, que todos los sectores participen.

    —¿No fue demasiado complejo el proceso? Muchos nombres, manoseo, a contrarreloj.

    —Fue el proceso propio de un partido que está buscando la renovación. Se cometen errores, torpezas, quedan aprendizajes, pero el objetivo siempre es el mismo. A mí los tiempos no me preocupan porque eso lo fija el partido, no el afuera. Y lo importante fue que la película terminó como terminó, todos alineados, prontos para empezar a trabajar.

    —Usted no es una figura demasiado conocida.

    —Lo tengo claro, ese es el mayor esfuerzo para estos tres meses: presentarme.

    —¿No es fuerte la sensación de que el candidato de la coalición es Martín Lema y que tanto usted como Roque García (Cabildo Abierto) están para sumar votos?

    —No estoy de acuerdo, no hubiera aceptado la proclamación. Mi candidatura no es para arrimar los votos a nadie, sino para hacer propuestas, cambiar Montevideo y representar los principios y valores de mi partido. Entiendo que el último resultado electoral le da una ventaja al Partido Nacional, pero no por eso mi candidatura es simplemente para juntar votos.

    —¿Pero no es mucha ventaja que el candidato blanco ya estuviera acordado desde hace mucho?

    —Tal vez, pero no me corresponde a mí meterme en otra interna. Además, no lo considero una ventaja de acá a tres meses.

    —¿Se considera coalicionista?

    —No me gusta mucho definirme, pero soy colorada y batllista. Creo sí que la Coalición Republicana es un gran instrumento que estamos empezando a consolidar cada vez más con un objetivo que comparto. La primera experiencia formal que tuvimos fue la gestión del gobierno nacional y salió muy bien, cuando todos decían que iba a durar dos meses.

    —Pero la ciudadanía no le renovó la confianza.

    —Hubo distintos factores. No tengo duda de que la ciudadanía valora positivamente cómo el gobierno gestionó la pandemia y cómo logró que la crisis no impactara de manera significativa en el país. Después, pasó el tiempo y, a la hora de tomar definiciones sobre qué proyecto y qué candidato se elegía para seguir gobernando, jugaron otras razones.

    —En el anterior proyecto instrumental, la Concertación de 2015, al candidato colorado (Ricardo Rachetti) le fue bastante mal.

    —Las circunstancias políticas no eran las mismas. No fue una candidatura de consenso, el partido no estaba unido ni alineado y muchos apoyaron la candidatura de (Edgardo) Novick.

    Virginia Cáceres

    —En el Codicen, tanto su antecesor, Robert Silva, como usted renunciaron a su presidencia mientras se impulsaba la reforma educativa. El Frente Amplio criticó eso, incluso, dijeron que lo usaron como trampolín para la política.

    —A mí me quedaban 20 días de gestión. Ese sayo no me lo pongo por varias razones. Ese no es un cargo técnico, no sos un intelectual que representa la nada; representás una visión y una línea del Poder Ejecutivo. Cuando asumí, el Frente Amplio no votó mi venia, porque no era docente, no era técnica, no sabía nada de educación y era lo peor que le podía pasar al sistema educativo. ¡Ahora critican que me voy! Capaz que no era tan mala como ellos decían, de última, están reconociendo una buena gestión (sonríe). No es lógico que lo cuestione: el exrector de la Universidad de la República, Rodrigo Arim, renunció a su cargo para ir a la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. También lo criticaron los sindicatos (de la educación), pero no los escuché expresarse porque la secretaria general del PIT-CNT (Elbia Pereira) fue designada para el Codicen. Sin anestesia, pasó de representar a los trabajadores al Poder Ejecutivo. ¿Eso no daña al sindicalismo? Entonces, esto de trampolín, nada.

    —¿Le reconoce algo a los 35 años del gobierno del Frente Amplio?

    —Sería muy necio y deshonesto de mi parte decir que estuvo todo mal. Los municipios, el proceso de descentralización, eso ha sido positivo. Ahora, en estos últimos cinco años la gestión departamental ha generado más problemas que soluciones y ha tenido una impronta demasiado personalista, demasiado centrada en una figura (Carolina Cosse) y absolutamente falta de proyecto político. Con el déficit tremendo de la intendencia y la basura en las calles, creo que estos últimos cinco años han sido los que han terminado de profundizar el agotamiento de ese proyecto político.