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El ave fénix de los deportes: el pádel regresó y con más fuerza que nunca

Los noventa se llevaron el entusiasmo por el pádel y la pandemia lo devolvió; hoy 120 padelistas uruguayos representan al país en el exterior

Editor de Galería

Primero te enterás de que unos amigos empezaron a jugar al pádel, pero le restás importancia porque creés que se trata de una fase y que pronto volverán a sumarse a los domingos de fútbol. Sin embargo, te acordás de las antiquísimas paletas de tus tíos —grandes padelistas en los años 90— que estarán quién sabe dónde, te da como un suspiro de nostalgia, pero lo ves como algo del pasado.

Pasa el tiempo, y ante la insistencia de tus amigos, jugás tu primer partido y te vas a casa contento: corriste, te divertiste y ves un posible margen de mejora. “¿Te prendés para la semana que viene?”, desliza alguien. “Anotame para jugar una vez a la semana”, contestás.

A partir de ahí, empieza lo peor. Te cansás de alquilar paletas (jugar siempre con una distinta te impide acostumbrarte) y no queda otra opción que hacer la primera inversión. Luego vienen las pelotas y, por qué no, una funda canchera para no rayar esa paleta que salió unos cuantos dólares.

Y con eso vienen las ganas de progresar, y para mejorar te anotás a clases. Entrás a TikTok y el algoritmo te sugiere únicamente videos sobre cómo devolver una pelota que golpea el cristal o cómo ejecutar un saque de revés. Lo peor sucede a la noche, cuando en lugar de disfrutar de una película de Netflix, te sentás a ver un partido de Federico Chingotto y Alejandro Galán, cuando hace dos meses no sabías de su existencia. Con eso, solo queda ir al médico para que confirme lo obvio: la enfermedad del pádel te tomó por completo. Pero no estás solo, muchos uruguayos la padecen. Pero ¿por qué hay tal epidemia?

Pádel

Furor, caída, furor

El pádel combina elementos tanto del tenis como del squash y es jugado en una cancha cerrada más pequeña que la del tenis. Los partidos se disputan en duplas, que utilizan pelotas similares a las de tenis, aunque con menor presión, lo que hace que piquen menos. Las paredes que rodean la cancha forman parte del juego y se permite que la pelota rebote en ellas, lo que aporta dinamismo.

Para entender el fenómeno de este deporte hay que remontarse a finales de la década del 60, cuando en la ciudad mexicana de Acapulco­ el empresario Enrique Corcuera le adaptó paredes a su cancha de tenis, cansado de que las pelotas terminen en la casa del vecino. Pero fue recién en los 90 cuando el deporte logró expandirse a Europa y al resto de América, captando la atención tanto de aficionados como de figuras del ámbito político, deportivo y empresarial.

Tan estrepitosa fue su aparición como su caída. El boom inmobiliario que se vivió a mediados de los 90 llevó a que los galpones en los que se jugaba al pádel se transformaran en edificios nuevos. A eso se le sumó que las canchas, que en ese entonces eran de cemento, le empezaron a pasar factura a los jugadores, generando problemas en las articulaciones y lesiones de rodilla.

“Cuando empecé a jugar al pádel había mucho movimiento e iba con mi padre a participar en torneos en Argentina y Brasil. Pero de más grande, cuando comencé a integrar la selección uruguaya, tenía que explicar de qué se trataba el pádel porque en cinco años casi que desapareció todo”, explicó Claudia Fernández, experimentada padelista y presidenta de la Asociación de Pádel del Uruguay.

Pero luego de la pandemia, que puso de moda el home office y la masa madre, el pádel comenzó a despertarse, esta vez desde España hacia el resto del mundo. Este resurgir trajo consigo cambios o, mejor dicho, hubo cambios que provocaron su resurgimiento. Ahora se juega sobre una especie de alfombra, que tiene como mínimo 20 milímetros de espesor y es espolvoreada con arena. “Esto genera una mejor tracción y ayuda a que la superficie esté nivelada. De esta forma, cuando uno se desplaza genera menos impacto que antes”, detalló Fernández.

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Actualmente, las paredes son de vidrio templado para favorecer la seguridad y el desempeño de los jugadores. Esto permite, además, una mejor visibilidad para los espectadores en los estadios y que los partidos puedan filmarse desde diferentes perspectivas.

En cuanto a las paletas (o palas), hay tantas como estilos de padelistas. Mientras antes estaban hechas de madera con un canto metálico, las nuevas se fabrican de distintos materiales, como goma eva, fibra de vidrio, fibra de carbono, foam (espuma a partir de polietileno) o kevlar (fibra sintética usada comúnmente en chalecos antibalas y cascos balísticos). Cada material, e incluso la combinación de ellos, garantiza distintos tipos de sensaciones a la hora de impactar la pelota.

“Antes las paletas eran superpesadas, podían pesar 450 o 500 gramos. Hoy hay para niños, adolescentes y adultos. Por ejemplo, una mujer debería usar una de 340 gramos, y antes no se hacía esa distinción. Esto hace que el brazo tenga que hacer un menor esfuerzo en cada golpe”, explicó la presidenta de la asociación.

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El desarrollo tecnológico fue un factor fundamental en este auge del pádel, pero el éxito no hubiera sido tal de no ser por las redes sociales, que popularizaron el deporte a niveles inimaginados. Grandes figuras públicas ayudan a la promoción del pádel, como en su momento lo hacían Diego Armando Maradona o Enrique Iglesias. El streamer Ibai Llanos, el exfutbolista Zlatan Ibrahimovi y el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso son algunos de ellos.

Todo esto se traslada a las tribunas. En España, por ejemplo, los torneos que hace no tanto convocaban como mucho a 1.000 espectadores, hoy reúnen a casi 15.000.

Desarrollo en Uruguay

Durante el furor noventero, un grupo de amigos se unió para trabajar de manera desinteresada por el pádel, y mantuvo la lucha en plena decadencia. En 2006, el Ministerio de Turismo le otorgó carácter federativo a la organización, que pasó a llamarse Asociación de Pádel del Uruguay (de siglas AAP, por su antiguo nombre Asociación de Amigos del Pádel).

La asociación abraza con optimismo esta nueva era, pero intenta hacer todo lo posible para no repetir la historia y que el pádel no pase al olvido, como ha sucedido con tantas otras modas. “Tenemos que tener cuidado, muchos están en el deporte por negocio y hay que apostar a desarrollarlo. Capaz que no es tan rentable tener una escuelita de pádel porque es mejor alquilar canchas. Pero es fundamental invertir en escuelitas, que los niños aprendan y haya gente nueva jugando. No podemos permitir que nos pase lo mismo que antes, que los jugadores se lesionen, se aburran”, dijo Fernández.

La nueva directiva, que asumió en marzo, busca profesionalizar lo más posible el deporte a través de la formación de nuevos talentos y la organización de torneos para hombres y mujeres de diferentes niveles y edades, en clubes tanto de Montevideo como del interior del país.

De momento, Uruguay tiene 350 adultos y más de 100 menores con licencias federativas. Esto último supone toda una novedad, ya que durante años, por falta de jugadores, niños y jóvenes se veían obligados a competir contra mayores.

En diciembre se presentará la edición del Circuito Nacional de Pádel del próximo año, que ofrecerá un formato renovado. “Va a ser un circuito más dinámico que nos va a permitir duplicar los clubes y jugadores asociados”, adelantó la presidenta de la AAP.

El nuevo circuito se dividirá en dos zonas (sur y norte), partiendo el territorio nacional en dos, para evitar que los padelistas tengan que atravesar largas distancias fin de semana tras fin de semana. Los mejores de cada zona se medirán en un torneo nacional, que se espera despierte entusiasmo.

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La asociación tiene 18 clubes afiliados, que en promedio cada uno tiene tres canchas. “Hay otros clubes que no están vinculados a la AAP. En Montevideo hay no menos de 20 canchas, es el epicentro del pádel. Pero lo más importante es que casi todos los departamentos tienen al menos una cancha gratuita o emprendimiento privado de pádel. Tengo 38 años, empecé a jugar a los 11 y esto nunca lo vi”, subrayó Fernández.

Durante sus años dando clases y compitiendo en España, Fernández vivió de cerca el renacer del pádel en Europa, pero también fue testigo de los cambios que fueron ocurriendo en Uruguay. Es propietaria de un club de pádel en Maldonado y a la distancia fue notando cambios en la facturación y los horarios en los que se efectuaban las reservas. El pádel había vuelto.

Lo mismo le sucedió a su compañera de la selección femenina Inés Carriquiry, que tras regresar este año a Montevideo luego de una década en Inglaterra, se encontró con una realidad impensada. “Antes jugábamos torneos internacionales en canchas de piso sintético y vidrio, y como en Uruguay no había, entrenábamos en canchas duras. Cada tanto teníamos la posibilidad de que nos presten una cancha de vidrio que había en un barrio privado, la única con esas características en el país”, recordó. Hoy, tiene la posibilidad de elegir en dónde entrenar.

Demanda inusitada

En los complejos de pádel los teléfonos suenan como nunca antes y la respuesta suele ser la misma: “Hoy ya no tenemos cancha libre después de las 17 horas”.

Aprovechando el entusiasmo por el deporte, los clubes abren cada vez más temprano, ofrecen descuentos en horarios menos concurridos y, los que tienen la posibilidad, instalan nuevas pistas.

Es el caso de Top Padel Fit Center, un club que abrió sus puertas en junio y que combina el fitness con el pádel. Al entrar, la mirada se desvía en múltiples direcciones y los incesantes golpes causados por las pelotas impactando en las paletas, pisos y paredes interfieren con los intentos de concentración.

En una cancha, adolescentes y veteranos compiten a pura intensidad en un partido de padres contra hijos, mientras que en la pista contigua dos chicas toman su primera clase con un profesor. En paralelo, un cincuentón practica sus golpes contra la red. Denota calidad, pero padece la exigencia física y se frustra cada vez que una volea le queda en la red. En el fondo y bajando por una escalera, obreros trabajan en la construcción de otras dos canchas, para así completar el total de seis pistas que contempla el proyecto.

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John Lopez, director deportivo de top Padel Fit center

John Lopez, director deportivo de top Padel Fit center

John López fue entrenador de la selección uruguaya y su rol de profesor de pádel lo llevó a vivir en Barcelona, Alicante y Nápoles. Tras más de 20 años en Europa, volvió a Uruguay atraído por el proyecto de Top Padel Fit Center­, donde trabaja como director deportivo.

El complejo ofrece clases personalizadas y para diferentes niveles, pues López insiste en la importancia de la formación para evitar lesiones y disfrutar más del juego. “La academia la tenemos a nivel inicial y para quienes buscan competir. Todas las clases comienzan con una activación. Mucha gente alquila por una hora y media, pero no se toma unos minutos para calentar. Una buena activación ayuda a la salud y mejora sustancialmente el rendimiento”, explicó.

López invita a la gente a probar el pádel, destacando que el deporte permite que en una misma cancha puedan convivir tanto hombres como mujeres, personas con diferentes edades, características físicas e incluso niveles de juego, cosa que no podría suceder, por ejemplo, en el tenis.

Esto es fácil de constatar: a metros de un partido mixto y multigeneracional, integrantes de la selección uruguaya entrenan de cara a su próximo desafío internacional.

Mundial de Catar

En el último año, 120 uruguayos representaron al país en el exterior en torneos de pádel, alcanzando así una cifra inédita.

A dos años del fatídico Mundial de Catar, que despidió a la selección uruguaya de fútbol en primera ronda, un grupo de uruguayos va por la revancha, cuando del 28 de octubre al 2 de noviembre se desarrolle en el Khalifa Complex­ de Doha el FIP World Padel Championship­, que reúne a los mejores padelistas del mundo.

En la rama masculina, representarán a Uruguay Rodrigo Jiménez, Ignacio y Nicolás Rosas, Valentín Piastri, Ignacio Artia, Diego Ramos, Martín Araújo e Higor Ensslin, mientras que en mujeres competirán Carolina Sampaio, Camila Belassi, Inés Carriquiry, Verónica Araújo, Claudia Fernández, Paula Vidales, Camila David de Lima, Paula Mendoca y Andreína de los Santos. Federico Puñales dirige a los hombres y Raúl Pereira es el entrenador del equipo femenino.

En el último Mundial, ambos conjuntos uruguayos finalizaron en el puesto 12 de 16 equipos. Este año, con España y Argentina como principales aspirantes al título en ambas categorías, la expectativa pasa por finalizar entre los nueve primeros para así clasificar automáticamente al siguiente Mundial y no tener que volver a atravesar las duras clasificatorias sudamericanas­.