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    ‘Porno y helado’: la serie argentina en Prime Video que convierte lo insólito en arte

    La segunda temporada dirigida por Martín Piroyansky lleva el humor absurdo a otro nivel, potenciando la química de su trío protagónico

    El director, guionista y actor argentino Martín Piroyansky tuvo una idea genial para promocionar la segunda temporada de Porno y helado, su serie producida por Prime Video, la plataforma de Amazon.

    “Podés ver la segunda temporada de Porno y helado sin haber visto la primera porque… ¡se entiende igual!”, escribió Piroyansky en un video en el que, junto con sus coprotagonistas, Nacho Saralegui y Sofía Morandi, presentan, en forma de musical, la serie estrenada a fines de 2022. Filmada casi en su totalidad en Montevideo, la serie es resumida así: “Eran desconocidos. Se hicieron muy amigos. Armaron una banda y sin saber tocar”.

    ¿La promoción miente realmente al decir que el periplo de Pablo (Piroyansky), Ramón (Saralegui) y Cecilia (Morandi) puede resumirse en tres oraciones, permitiendo que nuevos espectadores se sumen sin haber visto los ocho episodios previos?

    No del todo. La segunda temporada de Porno y helado hace accesible la trama para nuevos espectadores al abrazar un humor más absurdo y reemplazar el arco narrativo continuo por episodios autoconclusivos. De esta forma, cada capítulo funciona como una entrada independiente a las desventuras de su banda Los Débiles Mentales sin necesidad de conocer la historia anterior.

    De todas formas, un repaso no viene mal. La segunda temporada de Porno y helado inicia con el episodio El fan, y esto es lo que ha sucedido hasta ahora: Pablo y Ramón, sin saber tocar, fingen tener una banda de rock para impresionar a un excompañero de la secundaria. Se les une Ceci, una estafadora que se convierte en su mánager. Entre engaños, amistades rotas, un videoclip fallido y hasta una separación, la banda atraviesa sus primeras experiencias, que la dejan, al final, lista para tocar en el boliche definitivo de la serie: el Incestuoso.

    Enseguida, la serie se ríe por completo de sí misma. Ante la amenaza de que su concierto sea cancelado por uno de los antagonistas, Piroyansky, director de todos los episodios y coguionista junto con Martina López Robol, adelanta, con algo de surrealismo y un toque de humor metatextual, que esta segunda temporada no será igual a la primera. Los personajes aparecen en lugares diferentes a los que quedaron en el episodio anterior, con otro vestuario, y uno de ellos incluso hace alusión explícita a un presupuesto menor para la serie, señalando que hay menos extras en la escena. Es una tontería que, sin embargo, deja claro algo importante: esta segunda temporada eleva el tono, los chistes y el universo creado en la primera.

    Si bien mantiene la esencia inicial, la segunda temporada de Porno y helado continúa con las desventuras del trío protagonista, llevándolas al extremo, ofreciendo un humor más delirante y personajes que se enfrentan a situaciones aún más irreales.

    Embed - P*rno y Helado - Nueva Temporada Trailer Oficial I Prime Video

    Uno de los mayores logros de la primera temporada es la empatía que generan sus personajes, en gran medida gracias a la química del trío protagonista y a la manera en que cada uno explota sus propias falencias. Pablo, interpretado por Piroyansky, destaca por su búsqueda desmedida de fama y reconocimiento, con un ego desproporcionado que contrasta con Ramón, su único amigo genuino y un verdadero buen tipo. Ramón, más que como tecladista de Los Débiles Mentales, sueña con progresar en su trabajo en Construcasa, una cadena de ferreterías. Por su parte, Ceci, aunque comparte la ambición de Pablo, carga con un pasado traumático que la impulsa a una urgente necesidad de dinero. Ninguno de los tres logra alcanzar sus objetivos, pero en esa escalada torpe, graciosa y poco heroica hacia el éxito la serie evita los clichés y traza un camino impredecible para sus personajes.

    Nada en Porno y helado es triunfante. Más allá de lograr componer un innegable hit con una canción homónima al título de la serie, los personajes se la pasan en un decadente bar de taxistas, donde abunda el alcohol y un elenco de choferes parroquianos entregados al vicio, pero que, como se descubrirá, tienen un gran corazón. Es allí donde se puede ver, por ejemplo, a la actriz uruguaya Gabriela Iribarne como la dueña del bar y a Néstor Guzzini como uno de los choferes. Ambos encajan perfecto con la propuesta de Piroyansky. El bar será la base de operaciones de Los Débiles Mentales, pero, en esta segunda temporada, también se convierte en escenario para otras situaciones, como en el genial cuarto episodio, titulado La tormenta.

    Allí se presenta una situación de “encierro” similar a los típicos bottle episodes de las series estadounidenses, en donde toda la historia ocurre en una sola locación. Una fuerte tormenta obliga a Pablo, Ramón, Ceci y otros personajes a refugiarse en el bar, y con el temporal extendiéndose por días, incluso semanas, se crea un clima de tensión y claustrofobia. En este contexto, Pablo, con su espíritu rebelde, encabeza un movimiento contra el encierro, argumentando que se les está coartando la libertad. Esta situación pone de manifiesto una “grieta” social que inevitablemente hace eco de la actual realidad sociopolítica argentina.

    Con las comedias Community y The Other Two como referencias, la serie se permite delirios que solo acentúan la aguda lectura de algunos rincones de la cultura argentina. El segundo capítulo, Los rollingas, se destaca especialmente. Pablo viaja a una granja habitada por “rollingas”, fanáticos fervientes de los Rolling Stones, en una suerte de campo de trabajo donde producen panchos, pero que en realidad resulta ser una secta. Este episodio es un homenaje y una burla por igual, en clave de humor, a una tribu urbana musical que también tuvo presencia en Uruguay y es imposible no reírse de principio a fin con él.

    En sus seis nuevos episodios Porno y helado convierte la ridiculez en un arte, haciendo del humor irreverente su verdadera melodía triunfante.

    Una aclaración obligatoria: para los uruguayos, la serie tiene un carácter peculiar, pues, aunque menciona ciudades de Argentina, las locaciones y los actores tienen un marcado enfoque en la Ciudad Vieja de Montevideo. Esta diferencia crea una sensación de un universo rioplatense entreverado, que se hace evidente para el espectador uruguayo que debe aceptar el pacto narrativo de que está viendo algo, pese a estar centrado en la cultura argentina, también nutrido de la realidad local.