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    ‘Retropía’, muestra del artista cubano Dagoberto Rodríguez en el MACA

    Radicado en Madrid desde 2018, el artista vincula logotipos y emblemas de automóviles de los años 50, que aún circulan por Cuba, con las palabras más repetidas de la Revolución cubana que aparecen en canciones, dichos cotidianos y discursos oficiales

    El sábado 21 de setiembre, durante el segundo Festival Internacional Literario (FIL) organizado por el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), se inauguró la muestra Retropía, del artista cubano Dagoberto Rodríguez, que se exhibe hasta diciembre. Los tonos rosados mezclados con el blanco y negro y el brillo de los metales cromados invadieron la sala de exposición de este artista, escultor y acuarelista, que nació en 1969 en Caibarién y desde 2018 vive en Madrid.

    Al contrario de todo lo que tiene de esperanza en el porvenir la palabra utopía, la Retropía de Rodríguez es un vuelco hacia el pasado donde estaban las promesas de un mundo mejor que nunca llegó. Ese pasado quedó estancado en la isla a través de objetos como las viejas heladeras Frigidaire o los grandes y ostentosos autos de colores llamativos que aún circulan por sus calles y que provienen de los Estados Unidos de los años 50. Todos estos elementos los toma el artista y los vincula a las palabras machaconas que repiten los líderes de la revolución.

    “El título de la exposición se inspira en la retropía, término acuñado por Zygmunt Bauman para referir al complejo proceso dialéctico en el que, frente a un presente amenazador, la mirada se proyecta hacia el pasado para buscar referentes en su prospección hacia el futuro. La instalación central consiste en el título de la muestra escrito sobre puertas de automóvil con tipografía de los Buick de 1940-1950”, escribió la curadora y docente mexicana Diana Cuéllar Ledesma para uno de los artículos incluidos en el hermoso libro-catálogo que acompaña la muestra y que fue editado por el MACA.

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    Metal y latón cromado y pintado

    Metal y latón cromado y pintado

    Rodríguez estudió y egresó del Instituto Superior de Arte de La Habana en 1994. Allí conoció a dos integrantes originales del grupo Los Carpinteros, un colectivo artístico con el que logró expandir sus obras. Con Los Carpinteros o en solitario, Rodríguez ha expuesto en el Moma y el Guggenheim de Nueva York, la Tate Modern de Londres, el Centro Georges Pompidou de París o el Reina Sofía de Madrid, entre otros. Es la primera vez que expone en Uruguay.

    En una entrevista incluida en el libro-catálogo que le hace el director de museos de arte contemporáneo y crítico Jérôme Sans, Rodríguez explica que tuvo una formación académica basada en los sistemas socialistas de Europa del Este. “Mi educación es marxista, mi formación está orientada no tanto a ser un artista independiente que vive de su arte, sino más bien una especie de activista”. En esa formación lo prepararon para ser profesor. “En algún punto de mi carrera, tuve que tomar la decisión de si quería dedicarme a la enseñanza del arte o si quería dedicarme a una producción simbólica. Yo elegí el camino de la narración”. Y es en ese camino que se ubica Retropía.

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    Una revolución hecha de palabras

    En el FIL del MACA, Rodríguez participó con el artista brasileño Artur Lescher en un conversatorio que se llamó El poder de las palabras. Allí el cubano explicó el valor simbólico de los términos que usó en sus obras, tanto por el contenido político como por el social. “Es una revolución hecha con palabras. Cada una de las que usé en la muestra se escuchan constantemente en la televisión, donde no hay propaganda de productos, sino de frases que hablan del futuro, de cómo Cuba va a salir adelante, de la contrarrevolución y de la traición a la patria, la peor de las acusaciones que pueden hacerte porque puedes terminar preso”.

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    En la muestra, encima de los emblemas plateados de los automóviles aparece la narrativa de la revolución en el nombre de las obras: Con la guardia en alto, Injusticia, Venceremos, El hombre nuevo, Pueblo, Gusanos, Libertad y, por supuesto, no podía faltar Imperialismo.

    “Los automóviles y toda la estética asociada al American Way of Life fueron uno de los símbolos más pujantes de los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. Se estima que en las décadas de 1940 y 1950 cuatro de cada cinco automóviles producidos en el mundo se fabricaban en dicho país (…). Con la paulatina renovación de modas, estilos y tecnologías, los autos clásicos fueron desapareciendo de las calles de Estados Unidos y del mundo entero. Paradójicamente, en Cuba se han mantenido en pleno uso a lo largo de 60 años de comunismo e incluso han llegado a formar parte del repertorio turístico de la isla”, comenta en su artículo Cuéllar Ledesma.

    Después están las frases, las que aparecen en las letras de canciones de reggaeton o de dichos populares. Son acuarelas sobre papel que anuncian: Hay, pero no te toca; Participa pero no te destaques; El que es feliz no jode o la mezcla de idiomas en So fine.

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    Sobre los conceptos de utopía y distopía que maneja en sus obras, Rodríguez respondió en la entrevista: “Estos conceptos siempre gravitan en mi trabajo. El desencanto por el fracaso socialista y el desencanto de un occidente que tampoco es capaz de responder eficazmente al individuo. En este escenario escéptico mi solución es estética, un arte que propone colaboración es mi solución personal y profesional”

    A ritmo caribeño

    En dos grandes llantas aparece distribuido el estribillo de una canción popular cubana Conmigo tienes que bailar. “Era una canción tremendamente popular en la Cuba de los años 70 de un grupo llamado Los Van Van. La canción decía ‘Conmigo tienes que bailar, conmigo tienes que gozar’. Era alguien autoritario que le decía a una mujer que solo podía vacilar y gozar con él”, explicó el artista. En otras llantas aparecen las palabras Héroes y Heroínas, usadas extensamente por la oficialidad cubana.

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    Esas llantas se ubican en una pared totalmente cromada y son semejantes a las que tenían los Buick de los años 50. “Yo tuve uno de 1958, es uno de los coches de más piezas cromadas. Me dio mucha tristeza tenerlo que vender. Aunque salía dos cuadras y se rompía, mi sueño es volver a tenerlo algún día. El bronce cromado era un glamour absurdo, una muestra de poderío de los Estados Unidos de posguerra: tengo tanta potencia que te voy a cromar el coche completo. El color de ese auto era una combinación de rosado con blanco. Búsquenlo en Internet y lo verán”, le dijo el artista al público.

    Túneles de acuarelas

    Rodríguez pinta diariamente con acuarelas como forma de elaborar ideas que después siguen viaje en esculturas o videos. Sobre las acuarelas responde en la entrevista de Sans: “Es el primer paso en mi trabajo de un esfuerzo de traducción de la realidad. Cada vez que se hace una acuarela en el estudio, estoy tratando de introducir un tema. Una acuarela es una especie de invitación a colaborar. No solo eso, sino que es la primera piedra para empezar a desarrollar una nueva idea. La primera semilla de un árbol que después crece. Las acuarelas son un archivo temático”.

    Así desarrolló una serie de túneles que aluden a un momento de los años 80 cuando en Cuba los militares construían túneles a la espera de una guerra con Estados Unidos que nunca sucedió.

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    “No era tanto por la construcción en sí, sino para mantener a la gente ocupada cuando en Europa comenzaban a cambiar las cosas con respecto a Cuba. La Unión Soviética se estaba desmoronando y los cubanos estaban atentos a lo que estaba sucediendo. Entonces el gobierno decidió lanzar el programa de túneles”.

    Sus túneles tienen gran profundidad, como si quien quisiera ingresar lo hiciera desde una altura hacia el vacío. Están elaborados como si fueran piezas de lego, como si el túnel fuera una construcción personal.

    La próxima parada de Rodríguez será en el sur de España. Lo invitaron a participar en un evento en el que construirá una valla gigante que se va a quemar. “El texto que acompaña esa instalación dice ‘La revolución se quema sola’. Quiero ver el tipo de llama que se forma, el color. Ver cómo se quema frente al estrecho de Gibraltar”.