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    Timothée Chalamet es Bob Dylan en ‘Un completo desconocido’, una imperdible biografía del cantautor

    Con ocho nominaciones a los Premios Oscar, la nueva película de James Mangold explora los orígenes del músico

    Si el caso de Emilia Pérez representa todo lo que puede salir mal con la campaña de promoción de una película en competencia por los Premios Oscar, Un completo desconocido, la nueva biografía dramática sobre el cantautor estadounidense Bob Dylan, representa lo opuesto.

    Gracias al carisma de Timothée Chalamet, uno de los dos favoritos para alzarse con la estatuilla como Mejor actor, el filme más reciente de James Mangold se vuelve una experiencia que se disfruta en doble medida.

    Detrás de cámaras, el intérprete ha dejado una gira de prensa que a todo publicista le gustaría que sus estrellas replicaran de aquí en adelante. Estuvo emulando los looks que Dylan mostró en la alfombra roja, además de interpretar, en el programa Saturday Night Live, dos de sus canciones menos conocidas.

    Chalamet, frente a todos, silenció a sus detractores. Su interpretación de Dylan, al igual que la película que lo rodea, es magnética, profundamente humana y llena de una elegancia innegable.

    Un completo desconocido llegó a los cines en un pésimo momento para este subgénero. Y es que, últimamente, las biopics parecen más interesadas en explotar la popularidad de los artistas que retratan, tratándolos como propiedad intelectual valiosa por su presencia como marca, en lugar de explorar qué los convirtió en figuras históricas de la industria musical. Amy Winehouse, Bob Marley, Whitney Houston, Elvis, Aretha Franklin y David Bowie son algunas de las víctimas más recientes de esta tendencia. No es el caso de esta película.

    El proyecto detrás de Un completo desconocido comenzó cuando Jeff Rosen, representante de Dylan, se interesó en adaptar el libro Dylan Goes Electric!, que narra la actuación del músico en el Newport Folk Festival de 1965. Esta actuación es conocida como un punto de quiebre en su carrera debido a una decisión: tocar con una guitarra eléctrica. El gesto dividió al público, marcó su transición del folk al rock y fue una de las muchas pieles que Dylan dejaría atrás en su historia.

    Para el guionista Jay Cocks, ese momento era clave y representaría el clímax de una historia conocida: la de un chico de afuera que llega a la gran ciudad con su guitarra y un sueño. Claro, no todos esos jóvenes se convertirían en un artista sin igual en la música popular moderna, con décadas de carrera, clásicos de una riqueza metafórica inigualable, una gira musical interminable, que sigue hasta hoy, y un Nobel de Literatura en 2016, el único músico en recibir tal honor. Tratar de resumir el genio de Dylan en unas líneas es, entonces, como pretender tapar el sol con un dedo: un acto que solo revela su desmesurada grandeza.

    Lo mismo parecen saber James Mangold, el cineasta que ya demostró su interés por los íconos musicales en su película Johnny & June: pasión y locura, y Chalamet, al decidir abordar en Un completo desconocido un período específico de la vida de Dylan: sus primeros años en la escena musical de Nueva York, desde su llegada al West Village en 1961 hasta su ascenso a la fama en 1965, cuando el enigmático joven de Minnesota ya se había transformado en ícono del rock and roll.

    Este es uno de los tantos aciertos de la película, que, con una narrativa cíclica, presenta en su primera escena, cuando Dylan visita en el hospital a su ícono, el cantante folk Woody Guthrie, algunos de sus enfoques principales, especialmente en el uso constante de dualidades: la pérdida del anonimato y el peso de la fama, el abandono de la tradición y el abrazo de la rebeldía, y, en particular, dos de los grandes amores juveniles del músico.

    Se explora entonces un triángulo amoroso a través de sus romances con Sylvie Russo (interpretada por Elle Fanning e inspirada en Suze Rotolo, la novia de sus primeros años) y la cantante Joan Báez, encarnada por Monica Barbaro, en una relación que oscila entre la admiración mutua y la competencia. Barbaro logra capturar la fuerza y la vulnerabilidad de Báez, equilibrando su presencia en pantalla con una profundidad que, en algunas escenas, logra desviar la atención de Chalamet. Su labor merece el reconocimiento que la Academia le otorgó: una nominación a Mejor actriz secundaria.

    Amigos, amantes, mentores y fanáticos desfilan frente al Dylan de Chalamet, quien construye un personaje que sirve a los intereses de la película: un hombre envuelto en una coraza que, como sugiere el título, jamás permitirá que se acceda del todo a él. Contradictorio, cambiante y solitario, este Dylan, como el real, rehúye de las cámaras y de las sonrisas, e invita al espectador a sacar sus propias conclusiones sobre un protagonista que dista mucho de ser un héroe.

    El Dylan de Un completo desconocido es misterioso, altanero, rebelde, egoísta y ambicioso. Aprovecha relaciones y oportunidades para avanzar en su carrera, pero su dificultad para mantener vínculos emocionales profundos lo lleva a descuidar a quienes lo rodean, como Russo y Báez. La película no lo retrata como un villano, sino como una figura con defectos, entre ellos cierta ingratitud hacia quienes lo apoyaron en sus inicios. Sin embargo, más allá de estas imperfecciones, Mangold reconoce en Dylan a un artista magnífico, cuya verdadera esencia se revela cuando está componiendo y tocando música.

    El director y su equipo utilizan sutiles zooms y movimientos de cámara para enfocar la interpretación musical de los actores, permitiendo que la música y las emociones fluyan sin interrupciones. Evita el exceso de cortes y opta por planos largos que respetan la energía en vivo de las actuaciones, lo que ayuda a revivir mínimamente la magia de las canciones de esa década y demuestra por qué siguen resonando hoy. Prueba de ello son las funciones en Montevideo, donde, si se presta atención, se puede escuchar a los espectadores tararear las melodías.

    Embed - Un Completo Desconocido | Tráiler Oficial | Subtitulado

    Con una fotografía que evoca la Nueva York de la época con sensibilidad íntima y detallada, la película combina primeros planos emocionales con un escenario más amplio, permitiendo que los rostros de los personajes y su entorno interactúen en un mismo encuadre. Hay una cercanía íntima con Dylan y su círculo, un mundo lleno de texturas y detalles que la cámara captura con autenticidad.

    Mangold ha dicho que no buscó que Chalamet se perdiera en el papel, sino que imprimiera su propia esencia en la interpretación de Dylan. Y el actor, que canta y toca todos sus instrumentos en la película, lo logra. Desmitificó al ícono sin caer en una imitación y supo construir su propia versión del artista.

    Con esta película, Chalamet dio un paso firme en su carrera, consolidándose como un actor capaz de asumir desafíos complejos. Su llegada a Un completo desconocido justo después de su imponente protagonismo en Dune: Parte 2 —en la que demostró por qué sigue los pasos de figuras como DiCaprio y Joaquin Phoenix, combinando el estrellato del primero y la intensidad transformadora del segundo— reafirma que su revelación en Llámame por tu nombre fue solo un adelanto de lo que estaba por venir.

    La película funciona como un buen cover: no intenta reemplazar la canción original, sino honrarla con respeto y pasión. Es una interpretación que se entrega por completo a la obra de otro, con la intención de que ese esfuerzo se convierta en una performance sincera, un acercamiento genuino y un homenaje que nos recuerda por qué una obra como la de Dylan perdura en el tiempo.